Han pasado un montón de años y aún me pregunto por qué, un verano en el que vivía en Barcelona, me dejé convencer por una amiga para probar una clase de BIKRAM YOGA.
Con mi mejor voluntad y a la pata coja, en una habitación con la calefacción a tope, intenté alinear mis chakras, mi aurea mediocritas, mi karma y todos los rollos espirituales que se supone que tenemos.
El resultado fue que sudé como un pollo y me entraron unas ganas de beber cerveza cuando terminó la clase como no he tenido nunca.
Pero la cosa no terminó ahí.
Después de ducharme, mientras esperaba a que la colega saliera del vestuario, me senté en un cojín frente al mostrador de recepción. Sin respaldo y con las piernas cruzadas, haciéndome: «el esto lo llevo bien», vi que sobre la mesita que tenía al lado había un artículo plastificado, supongo que para que no lo mancháramos con las gotas de sudor, sobre el creador del BIKRAM YOGA.
Recuerdo que en el artículo se aseguraba que el pavo que había inventado este yoga extremo, podía levitar, que existía un video que lo demostraba, y que un elefante podía plantarse con todo el peso encima de su pecho y que él como si nada.
Nunca más volví a BIKRAM YOGA, y también puedo decir que ese día fue lo más cerca que un servidor ha estado de una secta.
Ahora, mi experiencia, comparada con la que vivió la peña de WILD WILD COUNTRY, se queda en un diente.
Orgías, entradas en éxtasis masivas, veneración sin condiciones a BHAGWAN SHREE RAJNEESH, el gurú supremo que, con solo sonreír y levantar la manita, la lía entre los hippies, vestidos todos ellos de naranja, cada vez que hace su aparición en una sala de reuniones…
Y por si esto fuera poco, cuando toda la comunidad de más de 10.000 feligreses se muda de la INDIA al pueblecito de ANTELOPE en OREGON, no veas la que se monta.
MA ANAND SHEELA, la secretaria personal del gurú, y la que de verdad lleva los pantalones, construye un complejo para los RAJNEESHES que ríete tú de MARINA D´OR.
Con aeropuerto, palacio de congresos, chalés de competi, el gurú moviéndose por allí en uno de sus ROLL-ROYCE…
Campo de golf creo que no, pero en mitad del desierto se las apañan para sembrar todo tipo de verduras ecológicas y un campo de tiro.
Sí, porque al final la cosa se complica con los habitantes del pueblo y los hippies acaban armados hasta los dientes.
En fin, que hay que ver WILD WILD COUNTRY, la miniserie documental dirigida por los hermanos WAY de NETFLIX para entender de qué estoy hablando.
Yo me quedo con una de las frases que suelta al final el actual alcalde del pueblo, un hombre ya entrado en años con su peto vaquero y, sin duda, mi personaje favorito.