BEAT

 

«Lenguaje mal sonante, sexo, drogas, violencia». Amazon Prime Video ha sustituido los dos rombos de toda la vida que aparecían en la parte superior izquierda de la pantalla de nuestros televisores en blanco y negro por esta nueva aclaración.

Si, cuando era canijo, los dos rombos eran la razón por la que mis padres no me dejaban ver la peli en cuestión y me mandaban a la cama, esta nueva versión de los dos rombos de Amazon es el motivo por el que le doy una oportunidad a las series que no conozco.

Igual está mal que yo lo diga, pero con la serie alemana Beat la he clavado.

Siete episodios para sumergirte en un thriller de puro acelere, música electrónica, farlopa, pirulas de éxtasis, tráfico de armas y mucho más.

Como marco de fondo, el club de electrónica que poseen Beat y su colega en la ciudad de Berlín.

Ay, Berlín… hace ya mazo de tiempo que no voy por allí. 

Como siempre que me da por algo, sea lo que sea, un disco, una ciudad, una chupa…, lo machaco hasta reventarlo. Y así me pasó con Berlín hace ya unos cuantos años, no paraba de ir siempre que podía.

La última, si no recuerdo mal, fue, ¿cómo no?, con mi compadre Dirty Lucini. El amigo Ryan Bingham no se decidía a venir a tocar por estos lares, así que los dos decidimos ir a su encuentro.

El bolo fue en un garito muy parecido al que sale en la serie, paredes de cemento, en un callejón oscuro que nos costó un huevo y la yema del otro encontrar, pero con la diferencia de que la música que pinchaban era y es la que nos gusta.

Ninguno de los dos somos muy amantes de la electrónica, vamos, que no nos gusta una mierda, aunque tengo que decir que en Beat el rollo «chunda, chunda», cumple su papel a la perfección. 

Beat, el nombre que da el título a la serie, es el de su personaje principal, interpretado por Jannis Niewöhner, actor que no tengo ni puta idea de quién es, pero sobre el que me voy a informar, porque el colega lo borda.

Como, con los tiempos que corren, el tema de viajar está chungo, yo, como vuestro abogado, os recomiendo un viaje mental al Berlín más underground, que estos días de ver series a saco, he tenido la suerte de encontrar, gracias a los nuevos dos rombos, bicheando por las plataformas.