WATCHMEN

 

Que vaya por delante que no soporto ni los cómics ni las películas de superhéroes.
La lucha entre el bien y mal sin ningún matiz no va conmigo.
Spiderman me parece un noño, Supermán un bobo y el peor de todos es Batman. Que un pijo, con mayordomo incluido, tenga una revelación tras la muerte de sus padres, se enfunde un traje de murciélago y decida salvar a la peña, no me lo trago ni con un litro de cerveza.
Dicho esto, y sabiendo que Alan Moore y Dave Gibbons están tras el cómic en el que se basa la serie de Watchmen, el otro día le di una oportunidad al ver que en HBO ya estaban colgados los 9 episodios.
Y me alegro, no me gustó la película de Watchmen, pero sí la serie creada por Damon Lindelof.
La historia se sitúa en Tulsa, Oklahoma, en un mundo paralelo que transcurre 34 años después de la acción de la película, vamos, que no es un refrito.
La verdad es que la trama es un poco marciana y difícil de explicar, pero como no me gusta dar detalles a este respecto en los blogs, problema que me quito de encima.
Sí decir que aunque la serie sigue el tópico de que los rednecks son los malos y la poli, los superhéroes y las minorías raciales los buenos, las líneas entre estos grupos están difuminadas y eso hace que Watchmen se desmarque de las demás historietas de superhéroes, con su o blanco o negro que ya comentaba al principio.
Entre los actores se pueden ver caras conocidas como las de Don Johnson, Jeremy Irons o Louis Gossett Jr., viejos guerreros de la interpretación, y eso siempre mola.
Y nada más, en mis viajes por los USA nunca he estado en Oklahoma, así que hoy no hay batallitas de un servidor al respecto.
Ya llega el finde, si no tenéis nada mejor que hacer, a darle caña a Watchmen, se pasa un buen rato.