No tengo ni idea de quién es el rapero canadiense Drake y, seguramente, su música, si la escuchara, no me interesaría lo más mínimo, pero si gracias a él, como he leído por ahí, Netflix decidió ponerse las pilas y retomar la producción de Top Boy, bendita sea su estampa.
La historia es que las dos primeras temporadas, de 4 episodios cada una, fueron producidas por Chanel 4 y en 2013 ahí quedó la cosa.
Siete años después, en 2019, aparece la tercera temporada de 10 episodios, como digo, de la mano de Netflix y, menos mal, porque es un pedazo de serie.
La acción de Top Boy se sitúa en Londres, en una zona del barrio de Hackney llamada Summerhouse.
Summerhouse está poblado en su mayor parte por gente de origen jamaicano, y si bien el nombre de esta zona es invención del creador de la serie, Ronan Bennett, el barrio de Hackney sí es real.
La última vez que recuerdo haber estado en Londres fue, cómo no, con mi socio y hermano Javi Lucini, no sé si fuimos a ver un concierto o simplemente nos largamos a la capital inglesa porque nos aburríamos y los billetes estaban tirados de precio.
Caímos en un hostal que nos costaba 10 libras y una noche quedamos con un colega inglés que nos había hablado de un garito muy molón en la zona de Brixton.
Nos costó encontrarlo y al llegar vimos que un rastafari enorme registraba a la toda peña que entraba. Supusimos que era buscando drogas en los bolsillos, pero al estar ya dentro comprobamos que todo el mundo estaba fumando porros como si no hubiera mañana.
El garito era, y no sé si seguirá siendo, algo digno de ver. Un jardín con puestos de comida caribeña, una sala de conciertos y otra sala enorme de luz tenue con mesas y una barra. Localizamos a nuestro colega sentado solo en una de las mesas, nos acoplamos con él y empezamos con las pintas de cerveza.
Por los altavoces sonaba música reggae, no muy de nuestro agrado, pero se compensaba con la buena pinta de toda la peña de color que habitaba el local. Teníamos la sensación de estar dentro de una película.
Con nuestro inglés chapucero de aquella época, según avanzaba la noche, le pregunté al colega que por qué registraban a todo el mundo al entrar si allí dentro fumar canutos parecía legal. Me miró como si yo fuera un pardillo y me dijo que el portero no buscaba droga, sino armas, hacía unos días había habido un tiroteo en la misma calle donde estaba el garito.
Nosotros no vimos nada raro en las horas que estuvimos allí, al contrario, a todo el mundo se le veía colocado y sonriente. Nadie nos dijo nada por ser blancos y la borrachera fue de las buenas.
Top Boy va de esos tiroteos que no vimos, de trapichear con drogas duras, de vivir en la calle, de ser negro y nacer en un barrio sin esperanza. Y está muy bien contado, sin el efectismo ni las hostias que tienen algunas series yankis.
Todos los actores que salen en Top Boy son completos desconocidos, al menos para un servidor. Y eso juega a su favor, más que interpretar, los actores parecen personas reales.
Si después de ver The Wire todos los que flipamos con la serie nunca olvidaremos al personaje de McNulty, después de ver Top Boy también se quedará grabado en nuestro cerebro el nombre de Dushane, si no, al tiempo.
De lo mejorcito que he visto últimamente, y eso que con tanto confinamiento estoy devorando series igual que devoraba todo el papeo que encontraba en la nevera de joven. Iba ciego de canutos a todas horas.