MALCOLM HOLCOMBE

Pitiful Blues
(Gipsyeyes Music, BMI, 2014)

Otro día, otro dólar. Malcolm Holcombe lo tiene claro. Es un obrero de la canción. Así se declaró él mismo en aquella conversación que mantuvimos en la barra del Rocksound, el año de su primera gira por España. Entre otras muchas cosas hablamos de la dureza de la vida en la carretera, bucle infinito de coche, motel y bar. Un poco Muerte de un viajante y el fantasma de Willy Loman. Su respuesta fue sucinta, taxativa e incontestable: «Es mi trabajo». Nunca he conocido a nadie tan comprometido, respetuoso y descarnadamente honesto con lo que hace (puede que Guy Clark y Townes Van Zandt). La suya es la voz de un excombatiente que ha conocido el infierno, ha sobrevivido y, de regreso al hogar, a sus viejas montañas, sigue luchando día a día, canción a canción, bajo la lluvia de Savannah, «con sus pobres y viejos huesos doliéndole todo el tiempo», lejos de la gloria y los sinsabores del «mundillo» musical, única y exclusivamente «for the sake of the song». Este es su décimo álbum y vuelve a estar lleno de lluvia y de blues, aunque lo cierto es que se siente más cálido y sosegado que los anteriores, gracias, probablemente, a la cuidada producción de Jared Tyler. Pero el viejo perro sigue mordiendo.