WILLIAM ELLIOTT WHITMORE

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Kilonova

(Bloodshot Records, 2018)

La cosa es como sigue. Dos estrellas de neutrones (o una estrella de neutrones y un agujero negro) se fusionan a partir de un sistema binario. Se desintegran los iones pesados producidos y expulsados de forma isotrópica durante el proceso de fusión y se emiten fuertes señales de radiación electromagnética. Algo parecido a una supernova (Ray Lamontagne), pero más corta y con menor emisión. También se cree que es origen de explosiones de rayos gamma de corta duración y la fuente más predominante de elementos estables pesados en el universo. Aunque pueda parecerlo, no estamos hablando de astronomía, sino de un disco de versiones, de lo que debería ser siempre un disco de versiones: fusión de estrellas, emisiones infrarrojas y explosión de rayos gamma. Si no, ni te molestes. Nada de imitaciones o tristes rendiciones. El granjero de Iowa lo advierte sucintamente en las notas del disco. «Estas canciones no las he escrito yo, pero me gusta tocarlas y cantarlas y espero que vosotros disfrutéis escuchándolas…». Hacer un disco de versiones y que te salga tu obra más personal. Hay que ser muy Saturno devorando a sus hijos, muy agujero negro o muy estrella de neutrones para lograr eso, para lograr que sean tuyas, para lograr que parezcan compuestas a tu medida, como si hubiesen estado metiendo las narices en tu correo, hay que ser muy mala bestia o muy Hombre de Negro para robarle la novia a Trent Reznor como hiciera, hablando de hombres/agujeros negros, Johnny Cash con el «Hurt» de los Nine Inch Nails. En el trayecto de ser un amante y fan de la música a convertirse en un creador musical, cuenta William Elliott Whitmore, nunca perdió el sentimiento de sobrecogimiento que te entra al escuchar una buena canción. Como todo el mundo (y ya lo apuntamos en este mismo Blog hace tres años, cuando reseñábamos su Radium Death), disfruta con toda clase de música, desde el country con el que se crió gracias a sus padres, hasta las bandas de punk rock y avant-garde que descubriría más tarde. Lo mismo da, siempre que la canción sea buena. Para su paso a Bloodshot Records ha recolectado diez temas que llevaba mucho tiempo deseando compilar. Diez temas que llevaba años interpretando en sus conciertos y a los que quería dar un pequeño hogar, sin más pretensión que la de compartirlas con la gente. Pura radiación electromagnética. Canciones que, pese a sus diversas procedencias (Magnetic Fields, Harlan Howard, Johnny Cash, Bad Religion, ZZ Top, Bill Withers, Red Meat, Jimmie Driftwood, Captain Beefheart, Dock Boggs: estrellas de neutrones), nunca han sonado tan orgánicas como aquí. William Elliott, con su banjo y su cosa de predicador rural sacado de un cuento de Flannery O'Connor, con su garganta rasposa de disco viejo de 78 rpm, las ha devorado, las ha regurgitado y ya son otro fenómeno, mucho más que una suma (si no eres capaz de colisionar así, dedícate a otra cosa). Ha desintegrado los iones pesados de la fusión y la música resultante, os lo advertimos, es pura radiación electromagnética.