Moment of Truth
(Self-released, 2022 / HBYCO Records & Thirty Tigers, 2024)
Y así, de repente, de un día para otro y sin comerlo ni beberlo, se ve uno viendo la obra por la rendija (tiene toda la pinta de ser un parking), como un jubilado con las manos cruzadas en la espalda que se ha pasado toda la mañana leyendo los menús del día de los restaurantes por la acera de la sombrita…, se ve uno, digo, al otro lado de la canción. Algo así como un cambio de destino que uno no ha solicitado ni visto venir. Un dolor en un músculo que ni sabía que existía. «No critiquéis lo que no podéis entender.» En efecto. Oíste esa frase por primera vez hace ya tiempo, en aquella canción («Los tiempos están cambiando»), y te la aplicaste pensando en la generación de tus padres (que a su vez se la habrían aplicado a la de tus abuelos, que era originalmente a la que iba dirigida), en un vinilo de Dylan que, en efecto, tenían tus padres por casa, en la época que empezaron a salir los CDs (estamos hablando de Historia de la Antigüedad, casi casi de los reyes godos, Ataúlfo, Teodorico y compañía, toda la puñetera lista, de tantísima utilidad para el batallar de la vida diaria) y tú escuchabas cosas calificadas de ruido, como lo fue Elvis en su día. Y es así que te sientes ahora, al otro lado. Desde todas partes parece que te estén diciendo que no critiques lo que eres incapaz de entender. En este caso TikTok y sus prestidigitaciones, que lo mismo que crea monstruos, genera también, de vez en cuando, maravillas, como esta banda de Mobile, Alabama, surgida casi podría decirse que por generación espontánea, sin que nadie parezca comprender muy bien cómo ni por qué. No es la primera vez que sucede este fenómeno, así que ¿quién es uno para criticar la superchería, cuando no hay modo humano de entenderla, entre el azar, la suerte y la nigromancia, o vaya usted a saber qué? Ni ellos mismos lo saben, ni ellos mismos lo entienden. En 2022 sacan un single de su primer disco, después de llevar ya unos años dándolo todo por pequeños locales del sudeste de Estados Unidos, el «Wondering Why» de este maravilloso Moment of Truth, al que nadie atiende demasiado y, a finales del año siguiente, el tema se vuelve viral en TikTok, entra de cabeza en el Billboard Hot 100 y les reporta un éxito meteórico. Algo parecido a lo que ha sucedido recientemente con Oliver Anthony y su «Rich Men North of Richmond» (en iTunes y Spotify), o incluso con Chloe Kimes y su «Coors Light», o el fenómeno Zach Bryan (gracias a YouTube). Los tiempos, claramente, están cambiando. Y uno trata de identificar, atónito, la clave de tales éxitos. En el caso de los Red Clay Strays, una canción que, como indica su propio título («Wondering Why») se pregunta por qué, en este caso el por qué de un dudoso affaire entre una mujer de clase alta y un obrero (aunque, a toro pasado, también parece estar inquiriendo sobre el motivo del exitazo inesperado de la propia canción, una canción que parece estar pasmada ante su nueva vestimenta de hit). Esto parece gustar siempre, lo del romance entre ricos y pobres, me refiero. A los de abajo por el sueño de llegar arriba, y a los de arriba, supongo, por el morbo de enturbiarse con los de abajo. Oliver Anthony y Zach Bryan también proceden de ese horizonte de escasas expectativas (en el que quizá el ejército sea la única vía de escape), y en el caso de Chloe, con su radical preferencia por la cerveza del pueblo, barata e industrial (y de grifo), nada de los brebajes pijos y aromatizados de la burguesía (de discreto encanto), no hay duda de sus orígenes. Pero esta teoría no sirve, porque en TikTok crecen también, y prevalecen, setas infectas. Así que al final todo es un misterio incomprensible (y lo mismo no es un parking, sino un Mercadona). Pero bendito sea el mecanismo arcano de turno, siempre que nos aporte glorias fortuitas como estas. A los Red Clay Strays, que ya llevaban tiempo funcionando, jamás los habríamos conocido sin esta eventualidad, eso seguro, y hoy nadie estaría hablando de ese segundo disco con el que ahora lo están petando, ya en RCA Records, Made by These Moments, producido por Dave Cobb, del que hasta han colado un tema en la banda sonora de Twisters (he ahí otra cosa nueva que, ya de viejos, no entendemos: películas mediocres con bandas sonoras colosales; cada vez nos vemos más jubilados de todo, parece como si nos fuesen echando). Pero, a fin de cuentas, lo que importa es lo que importa, que será lo que al final perviva, y esta magnífica banda de rock sureño está claro que ha venido para quedarse. El modo de llegar ha cambiado, está claro, pero al igual que cuando a los indies y los modernos les empezó a agradar (o eso decían) el sonido del banjo, no podemos por menos que estarles infinitamente agradecidos, porque procuraron su frecuentación en un panorama de lo más escuálido. Nosotros, conviene ir aceptándolo, ya solo estamos para consultar los menús del día y corregir al albañil que, a nuestro parecer, no anda afinado (pero solo para nuestros adentros, porque, de lo que no se entiende, mejor no opinar). Y mira tú qué bien, coliflor con bechamel, escalope con patatas, bebida, postre y café, mucho mejor que la paella del bar de la esquina (y ni parking, ni Mercadona, al final era una obra de reparación del Canal de Isabel II). ¡Qué cosas!