No sé si es culpa del trozo de pizza que me zampé anoche con unas birras antes de irme a la cama o qué, pero el caso es que me he pasado toda la noche con sueños de persecuciones, y claro está, el coche que conducía un servidor mientras perseguía o era perseguido, era el FORD TORINO rojo con una larga franja blanca de la serie STARSKY y HUTCH.
Como en DIRTY WORKS hacemos un poco lo que nos da la gana, que para eso somos nuestros propios jefes, he decidido que el blog de hoy retroceda hasta los 70´s para hablar de series que nos molan.
Mis padres, cuando era canijo, eran muy estrictos con lo de irse pronto a la cama. En cuanto salían los dibus con la cancioncilla de «vamos a la cama que hay que descansar, para que mañana podamos madrugar», mi hermano y yo ya podíamos ponernos como nos diera la gana que no había manera: te ibas a la cama, sí o sí.
Los viernes era otra cosa, el sábado no había que ir al cole y se mostraban más flexibles, pero entonces venía el problema de los rombos. Con un rombo podía haber suerte y nos dejaban ver la peli o la serie de turno, con dos, ni hablar del peluquín, y recuerdo que por aquella época la censura del régimen ponía dos rombos hasta en las pelis de los HERMANOS MARX.
Así que era todo un milagro cuando mis padres se mostraban benevolentes y nos dejaban ver algún capítulo de STARSKY y HUTCH que, por supuesto, tenía dos rombos.
Supongo que al final cedieron a nuestros lamentables intentos de pasearnos por delante del la tele mientras recogíamos la mesa después de la cena para que no vieran los dos malditos rombos.
Eso y que mi hermano y yo no parábamos de darles la chapa con que nos dejaran verla, porque era la serie de la que todos nuestros amigos hablaban en el patio y nosotros casi no teníamos ni idea de lo que pasaba.
Nunca olvidaré las navidades en las que nos regalaron una caja a cada uno con el famoso FORD TORINO y dos muñequitos de STARSKY y HUTCH.
¡Dios, cómo lo flipamos! Jugamos con ellos hasta reventarlos.
Cómo me encantaría conservarlos hoy en día y tenerlos junto a mi pequeña colección de lo que en vez de muñequitos hoy se llaman «action figures».
No ha podido ser. Demasiados traslados de casa durante todos estos años y luego la llegada de los MADELMAN, los BIG JIM y los GEYPERMAN, que arrasaron con nuestra atención a cualquier otro juguete.
No importa, aún nos queda la serie producida por la ABC, cuatro temporadas, 92 episodios, para volver a ser niños setenteros, pero sin el control de los viejos, que hoy en día ya peinamos canas.