SLOBBERBONE

Bees and Seas: The Best of Slobberbone
(New West Records, 2016)

Nunca he entendido muy bien la dinámica que hay detrás de los discos de «The Best of…». «Lo mejor de…» ¿según quién? ¿Según los propios artistas? ¿Según los directivos de la discográfica? ¿Según un crítico entendido? ¿Según un chimpancé? ¿Según mi madre? ¿Según la tuya? ¿Según las dos un día que quedaron? En cualquier caso, criterios de dudosa credibilidad para un asunto, como poco, tan subjetivo. Con los discos de «Greatest Hits» no pasa lo mismo, un hit es un hit y seguirá siendo un hit, aquí y en la China Popular (aunque lo de ser un «hit» no sea garantía de nada bueno en este mundo tan miserable en el que, sin ir más lejos, una banda tan gloriosa como está jamás obtuvo uno, ni nada que se le pareciera). Así que está claro que un «The Best of…» es, para empezar, una soplapollez bastante peregrina. Y mucho más cuando se trata de un grupo con una discografía tan escasa (hay artistas con más de siete u ocho discos con lo mejor de sí mismos, todos sabemos quiénes, se podría hablar hasta de una suerte de género infecto, pero no merece la pena extenderse mucho en esto). Bastante más simpático sería un buen «Lo peor de…» o un «Lo regulero» (según tu madre o la mía, el díaese que quedaron). Vamos, que todo es igual de absurdo… Y en el caso de Slobberbone la cosa se complica. Porque un «The Best of» de esta gente debería tener, como mínimo 46 cortes, es decir, todo lo que grabaron en estudio (4 discos). Porque, sencillamente, todo es lo mejor, lo pilles por donde lo pilles. En esta compilación, comentada por Patterson Hood, de los Drive By Truckers (con quienes giraron varias veces), hay nada menos que 18 temas. No está mal. Aunque perfectamente podrían haber sido otros 18 o 20 distintos. Greil Marcus y Stephen King estarían de acuerdo conmigo. En varias ocasiones han manifestado su admiración por este grupo. Y no es que nos importe mucho (aunque nos fiemos más de lo que diga King que de lo que diga Marcus, la verdad sea dicha). Otra cosa diferente es que lo diga nuestro querido Larry Brown. Porque resulta que este era su grupo favorito. «Little Drunk Fists» (el corte 8) está inspirado en un relato de Larry que Patterson Hood dice no recordar en las «liner notes», pero que se trata de «Kubuku Rides (This Is It)», de su primer libro de cuentos, Facing the music, y hay otro relato en el que el personaje va escuchando en el coche un cassette de Slobberbone y una conversación en una cocina en Billy’s Farm en la que se subrayan los méritos de esta fantástica banda. De hecho, Brent Best, líder de los Slobberbone contribuyó con una canción («Robert Cole») en el disco homenaje que se le hizo a Larry poco después de su muerte (Just One More, disco que ya hemos reseñado en este blog) y siempre ha afirmado que sus influencias como «songwriter», más que de músicos contemporáneos, le han venido del «Southern Gothic», de autores como Harry Crews, Flannery O’Connor y, por supuesto, el más grande de todos ellos: Larry Brown (de hecho sus canciones son como relatos, muy «blue collar», que podrían haber sido firmados perfectamente por el propio Larry). Ellos son de Denton, Texas, y suenan mucho a banda que empezó tocando en garitos a cambio de cerveza. En su día los compararon con Uncle Tupelo y Whiskeytown. Les dan mil vueltas.