Mount Renraw
(Wanamaker Recording Company, 2016)
Sostiene Otis que cuando se aproximaba su cincuenta cumpleaños, sus amigos le dijeron que tenía que hacer algo especial para celebrarlo. Sostiene Otis que la idea que le sugirieron fue una fiesta en la que, como si lo viera, a él le tocaría pasarse toda la noche sentado escuchando su cansina cháchara de borrachuzos. Sostiene Otis que le pareció una idea horripilante. Así que, en su lugar, el día de su cumpleaños, lo que hizo fue llamar a un par de buenos amigos (guitarra y violín) y grabar un disco (ya el octavo) en el salón de su casa: Mount Renraw, que no solo es el título del álbum, sino también el nombre de la casa en East Nashville en la que lleva viviendo nueve años con su compañera, Amy Lashley. Asimismo, «Renraw» es Warner al revés, un guiño a Percy Warner, empresario que, en su día, hizo muchas cosas por la ciudad de Nashville (hay un parque que lleva su nombre); dato que aprovechamos para añadir que, por su parte, el mismo Otis trabajó durante más de diez años plantando árboles en Indiana (llegaría a plantar más de siete mil –exactamente 7163, sostiene Otis–), y eso, de alguna manera, repercute. Y repercute no solo en su voz y su guitarra, también en las letras de sus canciones, decididas a recoger raros especímenes y osamentas, cosas, por ejemplo, como las maravillosas expresiones de los viejos leñadores con quienes trabajó, mano a mano, en Indiana («harder than hammered Hell», título de su sexto disco, expresión con que se referían a la dureza de la tierra), frases como especies en peligro de extinción, como búfalos («Bison», el segundo corte del disco) que corren el peligro de perderse en el tiempo, como tantas otras cosas que Otis, en sus múltiples viajes por el desierto americano, ha ido rescatando con su cámara fotográfica al borde de la carretera. Tesoros de la cuneta. Otis sostiene que su intención es dar voz a los que no tienen voz, rescatar las voces amordazadas o que corren el riesgo de desvanecerse. Narrador de historias para narradores de historias, así le han definido alguna vez en alguna parte. Y así es, en cierta forma: un secreto exquisito que solo conocen unos pocos. Y también de eso va su maravillosa (e imprescindible) serie de podcasts Thanks for Giving a Damn (que ya va por el episodio 144), en la que como uno de aquellos aguerridos antropólogos que capturaron con su grabadora las historias de las viejas tribus, Otis viene atesorando las anécdotas y la sabiduría de la gente que siempre ha admirado (Guy Clark, Merle Haggard, Doug Sahm, Utah Phillips, Allen Ginsberg, John Lomax III y tantísimos otros). En efecto, «gracias porque os importe un bledo». Gracias por hacer algo para que todo esto no acabe yéndose por el sumidero de las modas y lo efímero. Mount Renraw es, de nuevo, un disco austero y radical, a lo Woody Guthrie o el primer Dylan, voz bronca y guitarra, sin concesiones. Música redimida del vertedero. Piezas liberadas del gran desguace americano. Desde que lo conocimos en 2008 con su Grandpa Walked a Picket Line (madre mía, qué discazo), Otis Gibbs es, sin duda, uno de nuestros artistas de cabecera. No falla.
Todos sus podcast aquí:
https://soundcloud.com/otisgibbs/sets/thanks-for-giving-a-damn-with