Buried Loot. Demos from The House of Cash & «Outlaw» Era 73-78
(Appalachia Record Company, 2020)
No sabíamos nada. Ahora lo sabemos todo. En el cuadernillo del disco se reproduce una fotografía de la vieja cabaña. Nos lo cuenta su hijo. La cabaña de tres estancias, en la frontera de Virginia con Tennessee, en la que nació Loney Hutchins en 1946, quinto de ocho hermanos en una familia de aparceros (en «Hillbilly Guetto», vigésimo corte de este felicísimo rescate, da buena cuenta de cómo fue aquello). Han pasado diez años desde el New Deal, pero en las laderas de los Apalaches, allá por Rock City, hay lugares de extrema pobreza. La familia trabaja en lo que sea. En lo primero que se ofrezca en los valles o en los cerros. Los niños crecen descalzos y sucios. La televisión aún no se ha popularizado en los hogares estadounidenses, pero en la escuela y en la biblioteca del pueblo los chavales encuentran refugio. Son voraces. Lo leen todo. Hutchins atesoraba pilas y velas a medio consumir que encontraba por ahí para poder leer por la noche bajo las sábanas. Viven a un valle, como quien dice, de Clinch Mountain, hogar de la Carter Family. Eso ya inocula, quieras que no, el temblor. Largas caminatas de vuelta a casa en la más negra oscuridad. Caminos de grava. De casa de sus tías a casa de sus padres. Repartiendo el periódico local y ahorrando dinerillo para comprarse su primera guitarra. El Grand Ole Opry en la radio siempre; esa señal que apenas llega a los cerros, por lo que habrá de inventarse toda suerte de artimañas, tomas chapuceras de tierra y quédate ahí quieto con el cable en la mano, ¡ni te muevas! Una infancia de explorar cavernas y casuchas abandonadas. Y un futuro más bien constreñido de acabar dejándose la salud y la vida en fábricas, aserraderos o minas, o en el ejército. Vietnam asoma ya el hocico. Hutchins elige el ejército. Acaba en el desierto de Nuevo México, construyendo misiles nucleares. Luego Chicago, el Oeste Americano, Alemania y la frontera soviética. El niño pobre del valle ve y oye mundo. Su voz empieza a cobrar forma. En la base de Fort Riley, Kansas, forma su primera banda. Mucho honkytonk. En homenaje a los Byrds, deciden llamarse Hickory Wind. Fatigan versiones. Por entonces también conoce a la que va a ser su esposa, Joan Blasdel. En su pequeño apartamento, Hutchins empieza a grabar demos en una grabadora que se compró en Munich («Five Years In Hell» y «Paradise», ambas recogidas en este recopilatorio). Deciden mudarse a Nashville en el 73, el año en el que, según la periodista Hazel Smith, se acuñó el término «outlaw» referido a la música country, el año en el que estaba sucediendo todo (el año, por cierto, y ahí va un dato que no les interesará nada pero me da lo mismo, en el que nací yo; qué cosa extraña, la vida). Hutchins se dedica entonces a vender caravanas para ganarse la vida. Joan se dedica a ejercer de logopeda en colegios y residencias de ancianos. Un buen día, a Hutchins se le ocurre personarse con todo el morro en las oficinas de la House of Cash, en Hendersonville. June Carter está en el camino de entrada. Enseguida congenian. Hablar con ella es como volver a casa. Descubren que fueron al mismo colegio. Ella le dice que su marido no está, que anda cavando tierra en los campos de la granja, pero que espere un momento, que va a ir a llamarlo. A los cuatro minutos, Hutchins le está poniendo a Johnny Cash sus cuatro demos. «J.E.S.U.S.», una de aquellas cuatro canciones acabaría en The Junkie and the Juicehead Minus Me, el álbum del propio Cash, y otra en un disco que le produciría Larry Butler a Tommy, el hermano de Johnny. Hutchins es contratado como compositor residente por 75 dólares a la semana. También hace trabajillos en la casa. Saca la basura. Al poco tiempo, Johnny lo asciende a promotor. Hutchins se muda con su familia a la parte trasera de la casa de Cash, junto al río Cumberland. Planta allí su caravana. En la House of Cash se relaciona con lo más grande del momento: Waylon, Bobby Bare, Kristofferson, Billy Swam, Guy Clark, Carlene Carter, Rosanne Cash, Shel Silverstein. Allí nace su hija, Joanna. Hutchins no duda en aprovechar el tiempo sobrante de las sesiones de todos los que pasan por allí para grabar sus propios temas. Produce también algunas grabaciones. Acaba incluso como personaje (Loney) de una canción de Johnny Cash, «Sold Out of Flagpoles». Años después, tras dejar la House of Cash, Hutchins formaría un grupo con la sección rítmica de Dolly Parton y grabaría su único LP, Appalachia. Nunca llegaría a despuntar. La industria no estaba interesada en aquel entonces por la «música montañosa». Acabaría montando su propia discográfica (Appalachia Record Company). En los ochenta y los noventa se dejaría caer de vez en cuando por el Bluebird y el Opry. La aparición, por primera vez en la historia, de estas magníficas sesiones que hoy reseñamos, es un verdadero acontecimiento. Constituyen un documento único. Y cómo suenan, oiga, ¡cómo suenan! El puto Rey del Pinball.