SAY ZUZU

Here Again: A Retrospective (1994-2002)

(Strolling Bones Records, 2022)

Fue el hermano mayor de alguien, eso seguro. Puede que de ella. Nos puso un día el disco o nos habló de él. Antes los hermanos mayores ejercían ese oficio (no sé si seguirán haciéndolo). Había estado en Chicago, creo (hubiese sido mejor New Hampshire, pero me he propuesto ser fiel a la historia), de intercambio o algo por el estilo (y, allí, en lo que pudo haber sido New Hampshire, pero creo que fue Chicago, el hermano mayor de alguien le habría dicho al que creo que fue el hermano mayor de ella: «Escúchate esto»). Era la época de Wilco. Sí. Aunque a nosotros Wilco siempre nos dio un poco igual. En aquellos días escuchábamos más a Richmond Fontaine y los primeros discos de Calexico y Drive By Truckers. Y muchas bandas más (hijos bastardos de Uncle Tupelo) que duraron dos o tres álbumes. Cinco, a lo sumo, como en el caso de los Say Zuzu (sin contar cassettes ni directos). El hermano mayor de ella (o de quien fuera) nos puso o nos habló del Say Zuzu, el disco de 1994. Casi lo borramos de tanto escucharlo (acabó regalándonoslo). Aquel mismo año, 2003, en un viaje a Londres, encontramos en una tienda de Notting Hill (que ya no existe y que ya ha aparecido en más de una ocasión por estas crónicas) el Every Mile, que resultó ser el último disco de la banda (nos lo dijo el de la tienda, se habían separado; antes se enteraba uno así de las cosas: hermanos mayores, dos o tres revistas y tiendas de discos; lo de surfear por la red vendría luego). Por supuesto, nos lo trajimos. Aún no lo sabíamos, pero nosotros también nos separaríamos ese mismo año. Nuestra banda de dos ya había viajado a Londres herida de muerte. Ya andábamos con la brújula rota en el corazón. Pero recuerdo estar los dos en el coche de ella (bueno, de su hermano mayor), frente al vertedero de Valdemingómez, viendo gaviotas y bebiendo cerveza. Olía mal (como ya lo nuestro), pero nos gustaba plantarnos allí con el coche, poner la música a todo trapo y soñar con salir algún día de todo aquello (fuese lo que fuese todo aquello). Y recuerdo haber escuchado allí mismo la canción «Doldrums», que nos sabíamos casi casi de memoria, uno de los temas del disco que nos trajimos de aquel viaje a la «pérfida Albión» y que siempre nos dejaba al borde de la lagrimita, con Pauly entrando en el bar donde trabajaba Mary Frank, iluminándose cada vez que ella le sonreía. Luego ella hacía café y se sentaba un rato a charlar con él… En su día, nosotros fuimos muy ellos (ella trabajaba en un bar y me sonreía), pero en la época de aquel viaje ya apenas si nos hablábamos. El caso es que todo se fue a la mierda y ella se quedó con los dos discos. El primero no me jodió tanto (al fin y al cabo, era del que pudo haber sido su hermano), pero el otro sí que dejó herida (como los tebeos y los libros de ciencia ficción que también se apropió). Pasado el duelo, intentaría volver a encontrar aquellos discos, como también los otros tres que sacaron en medio, pero no hubo manera. Luego vendrían otras chicas y otras bandas. Y así habría acabado más o menos la cosa. No más que otra historia triste de canciones compartidas, corazones rotos y vertederos. Hasta que, el año pasado, apareció este Here Again: A Retrospective, que ha sido un «magdalenazo proustiano» en toda la cara. Nada más oír el «Here Again», se me pusieron los pelos de punta. Y ahora con mayor razón que entonces, cuando Jon Nolan canta eso de «Oye, ¿te acuerdas de aquellos tiempos? / ¿Cuál era aquella canción que solías cantar? / Me hacía sonreír horas y horas / ¿Cuál era aquella canción que me cantabas, amigo mío? / Desde entonces no he vuelto a sentirme tan bien». Pues lo más seguro, amigo mío, amiga mía, es que fuera esta misma canción, «Here Again», y al menos otras cuatro de las que componen esta antología, incluso las otras seis que no llegamos a escuchar en su día. Y es una auténtica gozada poder volver a subirse a «The Bull», el autobús escolar, voraz devorador de gasolina, el apenas semifiable Ford de 1987 que convirtieron los Say Zuzu en su vehículo de gira, con el mapa de carreteras que constituye esta emocionante retrospectiva que abarca sus cinco discos de estudio. Y siguen sonando igual que sonaban entonces, sin haber perdido ni un ápice de su fuelle original. Carreteras, chicas, sueños. «A veces estoy tan asustado que / me pongo a hablar como una cotorra para salvar mi vida / pero en otras ocasiones estoy tan asustado que no puedo decir ni mu / […] / Pero lo único que pido es dar con una buena chica antes de irme a casa». El inmenso Brent Best, de Slobberbone (otra de aquellas bandas que nos ayudaron tanto en aquellos días del vertedero en los que fantaseábamos con los días que hoy han quedado en esto), escribe un maravilloso texto para el disco sobre la suerte de tener una banda y cantar tus canciones al vacío y que la gente atienda y te devuelva su eco, citando a Stevenson y su «viajar esperanzado es mejor que llegar», sin más recompensa que el mero hecho de estar haciéndolo (no de haberlo hecho). Y los recuerdos de todas esas travesías, de una vida así, que no solo servirán para alimentar conversaciones nostálgicas, sino como tótemes para nuevos expedicionarios, «como dibujos en la caverna, o firmas en las paredes de un autobús de gira». Leo, además, que han vuelto a juntarse y que este año sacan un nuevo álbum (No Time To Lose, de hecho, creo que sale hoy), en el mismo sello de este bienvenidísimo Aquí estamos de nuevo. Por otro lado, no sé qué habrá sido de ella (ni de aquel hermano mayor de alguien). Nunca volvimos a vernos. Pienso a menudo en Pauly y en Mary Frank, en si seguirán sentados en aquella cafetería, esperando a ver lo que les trae el viento. Y he estado tentado de llamarla. Aún tengo su teléfono. Pero habría sido raro. Por mucho que el vertedero fuese sellado, revegetado y puesto en fase de desgasificación, las emisiones siguen siendo funestas. Hace nada los vecinos denunciaron una muralla de sacos de residuos. Mejor no remover las cenizas. Follábamos bajo aquel olor. ¿Te lo puedes creer? Si aquello no fue amor, que alguien baje y me lo explique.