JACK BROWNING

Red Eye Radio

(Jack Browning, 2023)

Sin saberlo, ya sabíamos de él. Lo sabríamos (que lo sabíamos sin saberlo) luego, recientemente, hará cosa de unos días. Pero hace cuatro años, en 2020, no teníamos manera de saber que el retrato de Jake Smith de la cubierta del On The Widow's Walk, el álbum que le produjo Shooter Jennings a The White Buffalo, era obra suya. O mejor dicho, sí que lo supimos, porque lo ponía claramente en los créditos: «Cover Artwork: Jack Browning», pero no dejaba de ser más que eso, un nombre en los créditos. Cuenta Jack Browning que conoció a Smith en 2018, a los dos años de haber dejado la facultad de Bellas Artes, en Londres. El cantante de Oregón vio un retrato que había hecho Browning de él y lo invitó al concierto que daba esa noche en Londres. Dieciocho meses más tarde, con mucho secretismo y tras muchas videoconferencias, se vería pintando el retrato que iría en la cubierta del disco. Aquello lo catapultó todo y, de alguna manera, la bola de nieve que se formó en ese momento iría creciendo hasta convertirse en este disco, Red Eye Radio, que hoy reseñamos. Después de dejar los estudios, Jack Browning, con dieciocho años, ya estaba partiéndose el lomo con dos empleos, como artista visual y como miembro de una banda, de gira por Europa, tocando con gente como Jeff Beck y Joss Stone. Con la pandemia dejó la banda y se dedicó a trabajar de día en la construcción y de noche a pintar sus cuadros. Si uno hace cuenta de los retratos que ha ido perpetrando en los últimos años (de los que se puede adquirir copia en su página web), ya sabe bien por dónde van los tiros y no podrá dejar de considerarlo —hablo por mí— un alma gemela: Tyler Childers, Charley Crockett, Colter Wall, John Prine, Justin Townes Earle, Zach Bryan, Brandon Coleman (de los Red Clay Strays), Jesse Daniel, Townes Van Zandt, Luke Bell (con este sí que nos ha ganado), Johnny Cash, Sturgill Simpson, Sierra Ferrell, Benjamin Tod, Dolly Parton, Drayon Farley, Willi Carlisle, Willie Watson, Riley Downing. Él dice que siempre ha admirado la tradición de los retratistas que documentaban a sus contemporáneos. Normalmente los poderosos, la clase política y la realeza, gente de esa calaña. Y empezó a preguntarse cómo sería documentar, por ejemplo, la comunidad de la que él tanto ha mamado, la cultura en la que se ha criado, la que gira en torno al country, el folk y el blues. Y lo cierto es que todos esos nombres hablan por sí mismos. Y está claro que de lo que se come, se cría. Tras «Gallows Pole», el single con el que debutó en solitario en 2018 (el año de la cubierta del disco de The White Buffalo), y el «Walkin' Man» de 2020, debuta en el 2023 con este Red Eye Radio en el que derivan y se resuelven todas sus obsesiones. Por si ya las pistas dejadas en sus retratos no fuesen más que suficientes, el álbum nos saluda además, nada más empezar, con samples de One-Eyed Jacks (El rostro impenetrable), la película dirigida por Marlon Brando (otro gancho de efecto inmediato) y, desde el primer corte, instrumental, «Electric Desert», se detecta, con esas trompetas tan evocadoras de la banda de Burns y Convertino (o desde el segundo, «The Family Guns», donde la voz y la música nos recuerdan al inmenso Willy Vlautin de los primeros discos de Richmond Fontaine) de dónde viene todo (aun viniendo de la Inglaterra rural). Su obsesión por los spaghetti-western y los Highwaymen, Willie, Kris, Johnny y Waylon (cuyos discos estaban en la colección de su padre) lo ayudaría a dar ese salto hacia la cultura del Oeste. Leer el Desert Solitaire: A Season in the Wilderness, de Edward Abbey (por aquí editado por Capitán Swing con el título de El solitario del desierto: Una temporada en los cañones) también tuvo mucho que ver, así como el día que escuchó por primera vez a Luke Bell (con esto, como decíamos antes, sí que nos ha ganado). Nacido en Londres y criado en la Inglaterra rural, esa es su narrativa y su paisanaje. Su educación sentimental. La música country and western siempre ha estado presente en su vida, entrando y saliendo, pero, como dice él mismo, que ha sido muy de chaqueta de cuero y bandas de metal, fue después de la pandemia cuando lo arrolló verdaderamente, como un camión. Browning describe Red Eye Radio como una pequeña retrospectiva de sus primeros siete años de vida adulta, con todos los cambios y tumultos que eso puede suponer. La historia del título vuelve a ser otro buen gancho. Cuenta Browning que, después de la pandemia, cuando empezó de nuevo a salir de gira, su novia solía acompañarlo y fue ella la que compuso una playlist que incluía a muchos de sus retratados. Llamaron a la lista «Red Eye Radio», aludiendo a los largos recorridos nocturnos que uno tiene que pasarse al volante después de un bolo (o entre uno y otro). Dice que sonaba como una de esas viejas estaciones amateur de radio ciudadana, «como algo que escucharía un camionero de una canción de Jerry Reed», y de ahí pasó a titular el disco. Todas estas referencias hablan de nosotros mismos (hablo por mí, pero arriesgo el plural, porque seguro que entre los cuatro o cinco que lean esta reseña alguno habrá que también se sienta íntimamente aludido). Canciones sobre la vida en la carretera, el trabajo en la construcción, los vaivenes de la salud mental y el deseo humano innato de explorar y errar. Escritas por un tipo que es casi más de allí que los de allí. Todo un descubrimiento.