INDIA RAMEY

Baptized By The Blaze

(Mule Kick Records, 2024)

El álbum incluye una nota al oyente que clarifica sin ambages el momento artístico y vital de la artista de Rome, Georgia, de la que ya nos quedamos prendidos con aquella maravillosa bestialidad que fue el Snake Handler de 2017. «Las canciones de este disco son el resultado de haber llevado a cabo un pesado trabajo de curación y autodescubrimiento. Mi esperanza es que estas historias y la sabiduría que he adquirido en mi travesía os proporcionen fuerza, inspiración y empoderamiento. Aunque sigan produciéndose avalanchas, somos la montaña.» Una cosa está clara, este no es su primer rodeo (como canta en el primer corte del disco, «Ain’t My First Rodeo») y, como ya dijo en su día, con la salida del ya mentado Snake Handler: «Me pasé demasiados años haciendo lo que todo el mundo a mi alrededor quería que hiciera, lo que me hicieron pensar que era lo “correcto”. Pero llegó un momento en que dije: “hasta aquí”, y ahora todo lo que me digan me resbala. Hago lo que YO quiero». El camino no ha sido fácil. Creció en la pobreza. Sus primeros recuerdos están acribillados de violencia. Su padre era un adicto y, probablemente, padeciera un severo trastorno de la personalidad. India recuerda vívidamente incontables momentos de estar escondida detrás de algún mueble de la casa familiar, viendo cómo su padre maltrataba a su madre, y cómo sus hermanas escapaban por la ventana para avisar a la policía. Lo malo es que la policía era su padre. Ella estaría durmiendo y él llegaría, abriría la puerta a patadas, sacaría a su madre de la cama y comenzaría a lamentarse y a sollozar sobre ella. Cuando las abandonó, las cosas mejoraron. «Odié a ese tío toda mi vida; gasté un montón de energía odiándolo, pero al final, me di cuenta de que en el fondo lo quería, y me quedé destrozada y confusa cuando murió. Lamenté mucho la relación que nunca llegamos a tener. Al final fui a verle, y le dije que lo perdonaba.» Snake Handler fue el disco de aquella reconciliación. La última canción hablaba de aquella despedida. Marcaba, de algún modo, un punto de inflexión. Se grabó en seis días, producido por Mark Petaccia (el ingeniero de sonido del magistral Southeastern, de Jason Isbell). Ella dice que es su disco True Detective, temporada uno. Ella venía de esa oscuridad y de esos monstruos (acabaría estudiando derecho y ejerciendo de fiscal en casos de violencia doméstica). Ancestros de granjeros metodistas, no manipuladores de serpientes, pero casi (ella aclara que en la canción que daba título al disco se trataba de una metáfora, que la cosa iba de encararse con los demonios propios, las serpientes que anidan en tu cabeza, de deshacerse de la gente tóxica que infesta tu vida). Ya entonces se notaba que había estado escuchando ávidamente a Neko Case (siempre ha reconocido que el Furnace Room Lullaby es uno de los discos de su vida, y en el tema «The Mountain», sexto corte de este poderosísimo Baptized By The Blaze, parece conjurar su fantasma) y no tardó en despertar el entusiasmo de la prensa musical. La perfecta mezcla, dijeron en la WMOT, entre Loretta Lynn y Neko Case. La Rolling Stone fue un poco más allá: «mitad Black Sabbath, mitad honky-tonk». «Un poco de luz en la oscuridad», celebraron en la BBC. Ahora, después del Shallow Graves de 2020, India Ramey acomete su quinto álbum, esta vez producido por Luke Wooten (productor, entre otros, de los SteelDrivers) en el que, según apunta en los textos de promo, traza un camino que abarca los paisajes cinematográficos del spaguetti western, los suelos de madera de los honkytonks y las estribaciones de los Apalaches. «Un álbum sobre la energía del Fénix. Sobre la muerte de mi viejo yo, que era esclavo de mi trauma —un trauma que la llevaría a una época, también jubilosamente vencida, de drogadicción—, y el nacimiento de un nuevo yo que encara una vida plena y feliz, lejos del miedo.» Ahora es el miedo el que la teme a ella. Ya nadie le chista, nadie le levanta la voz, nadie le dice por dónde tirar ni cómo comportarse. La confianza con que acomete sus nuevas canciones, no deja lugar a dudas. Ha vencido a la oscuridad, y pisa fuerte. No hay más que verla. Ha sido bautizada por el fuego.