Pam Kingsbury entrevista a LARRY BROWN con motivo de la publicación de su obra The Rabbit Factory.
(Traducido por Javier Lucini)
Resulta difícil imaginar la literatura sureña contemporánea sin la influencia de Larry Brown. Sus libros se aguardan con ansiedad, son muy leídos y han sido alabados por la crítica. Sus personajes reflejan la crudeza del Sur, donde se necesitan «agallas» para sobrevivir.
A Brown, nativo de Oxford, Mississippi, se le suele comparar con el icono literario de la ciudad, William Faulkner. Ambos asistieron a la Universidad de Mississippi sin llegar a graduarse y ambos aprendieron los rudimentos de su oficio a través de la lectura, vehemente y fervorosa.
Bombero durante diecisiete años antes de retirarse y dedicarse a la escritura a jornada completa, Larry Brown también ha ejercido de carpintero, leñador, constructor de cercas, limpiador de alfombras, pintor de brocha gorda, transportista de heno y empleado en una tienda. Conoce muy bien el mundo del trabajador.
¿Qué personaje o imagen de The Rabbit Factory se te ocurrió primero?
Lo primero fue Arthur. No era más que una imagen de un viejo intentando capturar un gato salvaje en una jaula. Ese primer párrafo lo escribí en 1994, también los siguientes seis o siete capítulos, luego lo dejé porque estaba convirtiéndose en algo mucho más largo que un relato, que era lo que había pretendido escribir en un principio.
¿Por qué cambiaste de editor?
Estuve catorce años con Algonquin, ocho libros. Creo que pusieron mucho empeño en comercializar mi obra, y gané un montón de premios. Este libro es algo distinto, algo así como una desviación o un nuevo punto de partida, por lo que tenía que irme a otra parte.
Cada nuevo libro tuyo es radicalmente diferente al que le precede. ¿Alguna vez te has visto obligado a escribir pensando en el mercado?
De verdad que no me preocupa en absoluto lo que la gente políticamente correcta vaya a pensar de mis libros. Yo no los escribo para ellos. Los escribo para la persona a la que le guste leer historias sobre gente con la que podría llegar a relacionarse, sin juzgarla, puede que solo comprendiéndola y sintiendo por ella un poco de compasión.
Para mí es imperativo escribir lo que uno quiere en medio de toda esta mierda de lo políticamente correcto que tanto abunda en mi trabajo. Siempre he creído que la gente tiene que hablar (me refiero a los personajes de un relato) del modo en que lo haría según dónde viva, porque la geografía modela el lenguaje y las vidas de la gente. Lo único que debe preocuparte es crear sobre el papel un mundo real. Para lograrlo tiene que poseer autenticidad de tiempo y espacio, y tiene que revelar las diversas complejidades del corazón humano, que en ocasiones es muy retorcido. Lo principal es contar una buena historia. No se trata más que de eso. Cualquier cosa que quede por debajo de esa intención, apesta.
En cierta ocasión apadrinaste una serie de lecturas en Oxford. ¿Cómo llegaste a eso? ¿Sigues involucrado?
No, de eso hace ya casi dos años. Yo vivía gracias a un premio Lila-Wallace-Reader’s Digest que me proporcionó 35.000 dólares al año, durante tres años, más 10.000 al año para financiar el programa que eligiese, que no fue otro que llevar a escritores de todo el país para que diesen conferencias e hiciesen talleres de escritura en nuestra biblioteca. Era una maravillosa oportunidad para traer a un montón de amigos míos a pasar un fin de semana por aquí y al mismo tiempo ofrecer a los lectores locales la posibilidad de entrar en contacto con escritores fantásticos que de otra forma jamás habrían llegado a conocer. También me permitió vivir y escribir sin que me molestase nadie durante tres años. Impagable.
¿Quieres hablar de cómo es vivir en Oxford?
La conexión Oxford. Bueno. Me lo preguntan muy a menudo. Ya no me dejo caer mucho por allí porque, por lo general, suelo pasarme aquí, trabajando, todas las noches. Lo que pasa es que ya no dispongo de tanto tiempo como deseara para salir y ver a los amigos sin que mi trabajo se resienta. Lo de ir a un bar a beber no es bueno para mí. Me quedaría toda la noche, lo pasaría de puta madre y al día siguiente me sentiría como el culo. Me obligué a no andar todo el día por ahí de parranda. A veces pasaban meses. Siempre acompañados de mucho guitarreo, que lo único que te da es entretenimiento, o diversión, o una excusa para no dar ni chapa, igual que la bebida. Después de esos tres años me di cuenta de que no podía beber y escribir al mismo tiempo, así que la mayoría de las veces elijo escribir.
Cuando llegué no había muchos escritores jóvenes. Creo que ahora hay bastantes. Un montón de jóvenes que vienen y se presentan y me dicen que aprecian mi obra, y eso siempre resulta muy agradable. Es bueno que los jóvenes aprecien lo que haces.
Faulkner, Grisham, Hannah. Todos pegando la hebra en Oxford. John ya no tanto. Yo simplemente nací aquí y me gustaba leer. Constantemente llegan escritores para vivir y escribir, algunos hasta acaban echando raíces. La librería, Square Books, atrae a miles de personas. Es una de las razones por las que Oxford se ha convertido en un lugar tan popular para los escritores y los lectores. Jim Harrison se vuelve loco, le encanta la comida. Arliss Howard y Debra Winger rodaron Big Bad Love aquí. Se está volviendo un sitio muy popular para mudarse. Me resulta raro ver cómo es ahora, la plaza llena de bares y restaurantes, y recordar cómo era en los años cincuenta y sesenta, cuando yo no era más que un crío y no había absolutamente nada que hacer por las noches. Es un mundo completamente nuevo. Y me resulta duro dar una vuelta por ahí. Pero eso casa con lo que he decidido hacer con mi vida. La mayor parte del tiempo ando aquí fuera, en el campo, y me dedico a escribir. Y trabajo en mi choza. Y alimento a mis bagres.
¿Qué escritores consideras que te han influenciado más?
Flannery O’Connor, Charles Bukowski, Raymond Carver, William Faulkner, Cormac McCarthy y Harry Crews.
¿Qué escritores jóvenes deberían estar leyendo los lectores?
Silas House. Nancy Jean Peacock. June Spence. Daniel Wallace. Es difícil estar al día. Los editores me mandan muchos libros para que les haga notas publicitarias, y me es imposible leerlos todos. Me interesaría saber en que anda metido ahora Charles Frazier. Hay muchísimos escritores buenos por ahí. Es difícil elaborar una lista porque seguro que te dejas a alguien muy bueno fuera.
¿Tienes algún consejo para los aspirantes a escritor?
Rechazo.
Tanteo.
Cometer un montón de errores estúpidos.
No existen los atajos.
Tienes que aprender a escribir ficción que agarre al lector por la garganta y no le deje escapar hasta que hayas acabado con él.
Y la única manera de hacerlo es sentarse y pasarse años escribiendo y fracasando y volviendo a escribir.
Si abandonas, nadie volverá a saber de ti.
¿Hay alguna pregunta de la que estés hasta las narices?
Joder, me han preguntado tantas veces las mismas cosas que es difícil acordarse. Una vez me entrevistó una señora con una grabadora y me hizo unas preguntas buenísimas sobre Joe. Fui capaz de permanecer allí sentado y hablar no solo sobre él, sino sobre el medio ambiente y lo que sucede en los bosques cuando las grandes compañías madereras arrasan y reforestan con pinos, y cómo los animales tienen que largarse porque se quedan sin alimento cuando los robles y las bellotas que producen desaparecen. Pude hablar sobre la evolución del paisaje de los alrededores, que llevo viendo desde que cumplí los dieciocho años, y sobre lo mucho que ha cambiado. Y del modo en que Faulkner lo profetizó. Cómo ha dado forma a la vida de la gente. La manera en que la fatalidad interfiere en los planes… todos esas cosas interesantes.
¿Cuál es la pregunta que siempre deseas que te hagan?
No se me ocurre nada que desee que me pregunten. Solo intento animar un poco a los escritores jóvenes sin acogerlos personalmente bajo mi ala, aunque ya he acogido a más de uno. Pero trato de hacerlo de un modo que les proporcione un punto de vista realista de a qué se van a enfrentar si desean de verdad ser escritores de ficción. No es fácil, he visto a gente que ha dejado su trabajo para dedicarse a esto y luego ha fracasado. Yo no dejé mi curro hasta que ya hube publicado unos cuantos libros y conseguí otros trabajos relacionados con el oficio. Y fracasé un montón antes de hacerlo. Cinco novelas. Y una que quemé. Habré escrito unos ciento cincuenta relatos. Poesía. Todo un horror. He escrito mucho ensayo, y me encanta. Guardo en mi ático cajas y cajas de material inédito. Eso es lo que se precisa: cajas y cajas de material que no vale para nada. Pero de todas formas tienes que sentarte ahí a escribirlo hasta que aprendes a hacerlo bien. Esas son las normas. No hay otro modo si deseas de verdad ser un buen escritor.
¿A dónde te llevará la gira promocional de tu libro?
La gira promocional. Austin, Oxford, Memphis, Blytheville, Jekyll Island, GA, Jackson, MS, Birmingham, Asheville, Louiville y Lexington, KY, Atlanta, Athens, Milledgeville, GA, Nashville, Seattle, Santa Cruz, San Francisco, Iowa City, Minneapolis, donde, por cierto, voy a quedarme un día más para dar una lectura con mi amigo Ben Weaver, 24, que, sencillamente, es uno de los mejores músicos jóvenes que he conocido en años, y luego acabaré en Nueva York y podré ir a conocer al bebé de mi hijo, McCaslin, que nació hace unos días. Pesó más de tres kilos y tiene el pelo rizado y rubio.
¿Qué es lo que más te gusta de las giras promocionales?
Está muy bien lo de ir viendo, ciudad tras ciudad, a gente que ha leído tus libros. Está la impaciencia por comer en tus restaurantes favoritos de Seattle, dar una conferencia en Elliott Bay o en Un Lugar Limpio y Bien Iluminado. Uno nunca sabe quién puede acabar presentándose. Tengo amigos por todas partes y me gusta mucho verles. Es agradable poder ir a L.A. y quedarse en casa de un amigo. Por todo el país, gente conocida que aparece cuando llegas a su ciudad. Es un mundo inmenso con un montón de gente buena. Las librerías independientes me han salvado la vida, y me preocupa su futuro. Te venden los libros que les gustan y solo así los buenos libros consiguen entrar en las listas de bestsellers, por el peso fundamental del número de ejemplares vendidos. Libros que son demasiado buenos para ser ignorados. Pero no siempre ocurre así con los libros buenos. A veces sucede con libros muy malos. Pero así es el mundo. No todo es perfecto.
¿Te gustaría escribir otro libro de ensayo?
Desde luego que sí, me gustaría escribir sobre la casita que llevo construyéndome sin ayuda de nadie desde hace cinco años, y sobre los ocho acres de bosque y tierras de pasto sobre los que la estoy levantando, y sobre los pájaros y los animales que viven por allí, los peces que crío y luego pesco en mi estanque, y sobre todo el trabajo que hago en esa tierra con mi tractor, mi sierra eléctrica, mi pala…, pero en este país el ensayo no se vende tan bien como las novelas, así que creo que seguiré escribiendo novelas.
Tengo planeado escribir algunos guiones originales para el cine. Ahora mismo estoy con mi tercer guión. Sobre la vida de Hank Williams.
También tengo dos novelas en marcha. A mi nuevo editor le gustan. Y eso está bien.