GAVIN & STACEY

 

GAVIN & STACEY es una serie de las que se etiquetan como comedia de situación romántica.Y qué coño, lo es. 

No es oscura, ni dramática, ni filosófica, ni su humor es tan ácido como para hacer que te lleves las manos a la cabeza con algunos de sus chistes. ¡Pero me he echado unas risas de puta madre viéndola!

Un poco de buen rollo del fresquito de vez en cuando a todos nos apetece, ¿que no?

GAVIN vive con sus padres en Billericay, que es un barrio de la localidad de Essex. Essex es famoso en Inglaterra porque es donde residen las chonis venidas a más. Las que se tiñen de rubio y se operan las tetas. Y para las que triunfar en la vida consiste en pillar a algún futbolista famoso, casarse con él y luego pasarse el día haciendo fitness y por las noches asistir a fiestas para codearse con los famosillos de turno.

STACEY es de Barry, en Vale of Glamorgan, Gales. También vive en casa de sus padres, con su madre, porque su padre murió hace unos años. Para un inglés ser de Barry es ser un paleto que vive poco menos que con un rebaño de ovejas dentro de casa.

GAVIN y STACEY inician una relación a distancia, no a través de TINDER, sino porque por sus curros tienen que estar todo el día hablando por teléfono. La empresa para la que trabaja STACEY es la que suministra material informático a la empresa para la que trabaja GAVIN.

Un día deciden conocerse en persona, quedan en Londres y a partir de ahí se lía la cosa.

Producida por BABY COW PRODUCTIONS y emitida primero por BBC THREE y luego por BBC ONE, lo petó en Inglaterra aunque por aquí no nos hayamos enterado de su existencia.

Sus creadores, JAMES CORDEN y RUTH JONES, también participan en la serie como actores, en los roles de los mejores amigos de los protas.

Los dos son de traca, sobre todo el personaje de RUTH JONES, NESSA.

Si te apetece pasar un buen rato al final del día después de volver del curro o de lo que sea que hagas en la vida, GAVIN & STACEY seguro que hace que te metas en la cama con una sonrisa.

 

LANCE CANALES

The Blessing And The Curse
(Music Road Records, 2015)

Lo fácil es recurrir a Tom Waits, por lo de la voz aguardentosa y el origen californiano. A mí me suena más a un Mark Lanegan sin edulcorar aún por el pop y el calificativo de bestia de no sé qué bella (lejos quedan los Screaming Trees, cuando, en efecto, Lanegan era más bestia que bella). Un sonido áspero y brutal. Lo llaman Native Americana (e incluso Latin Rebel: gilipolleces de hoja promocional), por lo de su origen latino, supongo, por lo de los espaldas mojadas, por lo de los cadáveres ahogados a orillas del Río Grande, por lo de la patrulla fronteriza, por lo de las declaraciones del imbécil de Donald Trump, por lo de los coyotes royendo huesos humanos… Tamales sangrientos. Aunque una cosa es segura: Lance Canales ha estado allí, lo ha vivido, ha nacido y se ha criado en los graneros de las colinas de Central Valley, California. Trabajo duro, chamizos, braceros, César Chávez, el Pueblo Cucaracha, Woody Guthrie, Tom Joad, alcohol de contrabando y carreteras… Crecer enfurecido escuchando heavy metal en un granero, entre bostas de caballo y una madre Holly Roller que te arrastra todos los días a la iglesia pentecostal. Confiscarle la guitarra a tu hermana y planear la huida con mucho góspel para, un buen día, pasar del hardcore al blues, porque no hay nada más hardcore que el blues, nada más hardcore que una cigar-box guitar y el fingerpicking del reverendo Gary Davis (¡Amén!). Años de tocar solo y dando tumbos por el basural norteamericano. Un disco en solitario, These Hands (2008), y otro con cómplices, los contundentes Flood, Exit (2012), hasta llegar a este brutal The Blessing And The Curse, de nuevo sin los Flood, pero en compañía de otra gente que tampoco está mal para atracar un banco. Produce Jimmy LaFave con mucha más suciedad que en sus propios discos (¡bien!) y colaboran el grandísimo Ray Bonneville, Eliza Gilkynson y Joel Rafael (de quienes ya daremos buena cuenta en este blog, porque son muy de los nuestros). Tremendo como abre y cierra el disco. Tremendo el Weary Feet Blues con esa percusión de pasos fatigados bajo el sol, tremenda la versión del Death Got No Mercy del reverendo Gary Davis y tremenda (insuperable) la versión del Deportee de Woody Guthrie. Música que no toma prisioneros.

THE LONG FIRM

 

Clase, estilo, elegancia y nivel, mucho nivel, sobre todo en el tercer episodio de THE LONG FIRM, la miniserie de cuatro episodios producida por BBC que descubrí el otro día de puta casualidad, algo de lo que estoy más que contento.

HARRY STARKS, interpretado por MARK STRONG, es un respetado gángster, dueño de un garito en el Soho Londinense del que iremos viendo su auge y decadencia a lo largo del transcurso de la serie que abarca desde los inicios de los 60 a finales de los 70.

Pero HARRY no es solo eso, es un tipo complicado, carismático, cruel, compasivo, despiadado, un tío al que los trajes y abrigos de corte inglés (que no del Corte Inglés) le quedan de lujo y, si no recuerdo mal, solo en un plano en toda la serie su pelo no está perfectamente engominado.

THE LONG FIRM está basada en la novela del escritor JAKE AMOTT que se ha traducido al castellano como DELITOS A LARGO PLAZO y que no voy a dudar en pillármela en cuanto pueda (que seguramente será mañana, si no tengo mucha resaca después del concierto de Ryan Bingham al que me voy esta noche de cabeza).

Otro de los alicientes de THE LONG FIRM es que cada episodio está narrado desde el punto de vista del desdichado que tiene por suerte o por desgracia cruzarse con HARRY, y la cosa funciona. Como curiosidad, en uno de los episodios la colega de aventuras de HARRY no es otra que la actriz LENA HEADEY.

Lo dejó ahí para los fans de JUEGO DE TRONOS.

 

ZOE MUTH

World of Strangers
(Signature Sounds, 2014)

Otra vez diana. Y van tres de tres. Se confirma. Es oficial. La amo. Pienso en mis musas del pasado. Todas han acabado siendo, en mayor o menor medida, decepcionantes (bueno, no todas, Nancy Griffith sigue siendo irreprochable, sigue poniéndome los pelos de punta): a Emmylou ya no hay quien la aguante (esos tecladitos, esos discos sin alma en compañía de Rodney Crowell…); Patty Griffin que, desde que se unió al pesado de Robert Plant, anda haciéndose unas sesiones de fotos muy raras, y aunque me duela confesarlo (aún no he escuchado el último –me da miedo, ya os contaré, aunque creo que puede haber esperanza porque el 23 de agosto de 2014 The Independent dio la noticia de su ruptura con Plant–) sus discos han perdido fuelle, (mi Patty, con lo que yo te he querido, hubo un tiempo en que hasta quise dejarlo todo y casarme contigo, pero claro, yo no era el vocalista de Led Zeppelin…); Lucinda Williams (o el aburrimiento –aunque en vivo, lo contrario de en muerto, sigue siendo tremenda–), y mejor no me pongo a hablar de la sección geriátrica animada en plan crucero Cocoon por ese Jack White tan denodada e inútilmente optimista… Por eso, la aparición de Zoe Muth (como también en su momento la de la deslumbrante Eilen Jewell, que sigue sin bajar el pistón, ¡Aleluya!), la chica del noroeste, la chica del estado de Washington, bautizada en sus inicios como la «Emmylou de Seattle», resulta tan emocionante. Zoe comenzó tocando en bares por la propina, y con eso y su escaso sueldo de maestra de preescolar se produjo su primer disco, el maravilloso Zoe Muth and The Lost High Rollers (nombre sacado del tema de Townes Van Zandt No Lonesone Tune: «You’re the sweetest thing I’ve found / All your lost high roller’s rollin’ home today»). Para su segundo disco, se instaló con los High Rollers en el Starlight Hotel («cuando me dijiste que nunca habías escuchado a John Prine / enseguida supe que no merecía la pena perder el tiempo contigo»: ¡Amén!) y, después de grabar un EP en 2012 (Old Gold) y afincarse definitivamente en Austin (Texas) en 2013, ha logrado superar con creces la difícil prueba del tercero con este portentoso World of Strangers (en el que encuentro, para mi gran sorpresa, al gran Eric Hisaw a la guitarra en el Waltz of the Wayward Wind). Suele decirse que hay que esperar al tercero. Tras un comienzo deslumbrante, suele tolerarse un segundo trabajo más o menos igual, puede que un pelín más deslucido, resacoso, como de ideas descartadas del trabajo anterior, o incluso completamente distinto, hasta se le concede benévolamente cierto pábulo a la experimentación, por ridícula o extraña que sea, siempre se da un voto de confianza cuando ha habido un despegue tan fulgurante, pero es con el tercero donde uno/a se la juega todo a una carta y, ya digo, en el caso de Zoe: otra vez diana. Solo añadir que en el tema que cierra el disco, What Did You Come Back Here For? he creído identificar la sombra gratificante de Nancy Griffith, y no se me ocurre que pueda existir una sombra mejor en el mundo. Los pelos como escarpias. La amo (¿ya lo dije?).

LOS SOPRANO

 

Si la vida no fuera tan perra, hace unos días, el 18 de septiembre de este año, el colega TONI SOPRANO, JAMES GANDOLFINI, habría cumplido los 54.

No ha podido ser, el 19 de junio del 2013 la palmó en Italia y nos dejó a todos los que seguimos LOS SOPRANO durante las seis temporadas que duró la serie con cara de culo y una gran pena en el corazón.

LOS SOPRANO producida por HBO, CHASE FILMS y BRAD GREY TELEVISION, fue creada por DAVID CHASE, creador también de la mítica DOCTOR EN ALASKA.

Una pena, ninguna posibilidad de llevar LOS SOPRANO a la gran pantalla, como se ha hecho con otras series, y haber disfrutado un poquito más de nuestra familia de mafiosos favorita. Sin TONI SOPRANO de por medio, lo de la peli no tenía ningún sentido.

Yo recuerdo cuando hace unos años me pasé una temporadita en NY y al ir a dar una vuelta por "Littlle Italy Bronx" (no confundir con "Littlle Italy Manhatan", que está petada de turistas), me topé con la tienda de "Cigars" en donde JAMES solía ir a comprarse sus puros. Había en el escaparate una foto del dueño con JAMES y, joder, por unos momentos me sentí como si estuviera dentro de la serie.

Flipada personal, lo reconozco.

En fin, si existe algún colgao que aún no ha visto la serie ya debería estar poniéndose la pila. THE SOPRANOS es, sin duda, uno de los grandes clásicos de la televisión.

 

CHRIS KNIGHT

The Trailer Tapes
(Drifter’s Church, 2007)

Este inspector de minas de Kentucky decidió ponerse a componer después de escuchar el Guitar Town de Steve Earle por la radio (hablando de Steve, años más tarde me encantaría encontrarme con aquella crítica que compararía la fuerza y la furia de Chris Knight con las de un Cormac McCarthy de paso por Copperhead Road). Llevaba ya desde los quince aprendiéndose las canciones de John Prine a la guitarra. Comenzó a viajar a Nashville y a frecuentar las noches de micrófono abierto del Bluebird Café (aunque no pegase ni con cola con los Garth Brooks de turno que pululaban por allí a ver si les sonaba la flauta, incluyendo al propio Garth Brooks de turno al que le sonó la flauta y brrrrrrrrr –escalofrío del reseñista, seguido de arcada–) hasta que un buen día llamó la atención del productor Frank Liddell y ¡bendito sea! (como suele decir mi amigo Rafi cuando algo le emociona: «A ese tío le debo dinero»). Pues bien, el caso es que cuando en 1998 editó su primer álbum en Decca (Chris Knight, ¿para qué vamos a complicarnos?) el bueno de Chris seguía viviendo en su terrenito de 90 acres, con su perro, en un tráiler de 10’x15’ a las afueras de Slaughters, Kentucky (población: 238 habitantes, entre los que cabría destacar a Miss Kentucky USA 2005, o ni siquiera). Pero ya para entonces llevaba tiempo escribiendo y grabando canciones, a lo Alan Lomax, en su tráiler, con su perro y su guitarra, historias del sur profundo, ásperas y crudas, en cintas ADAT (maravillosa House and 90 Acres). Él pensó que aquellas grabaciones jamás verían la luz, pero con el tiempo la gente empezó a hablar de ellas. Habían circulado en bootlegs y se habían vuelto secretamente legendarias. Recuerdo haber preguntado por ellas en la tienda de Ernest Tubb cuando estuve en Nashville (furtivamente, como quien pregunta por literatura licenciosa). Había un tipo que conocía a un tipo que tenía una copia en cassette y que lo mismo si me pasaba por el Tootsies Orchid Lunge esa tarde podría pedirle que me la grabase, porque solía dejarse caer por allí. Crucé la calle y estuve hasta las tantas emborrachándome en la barra del Tootsies esperando a aquel capullo(para fastidio de mi consorte, que había oído lo de que quien entraba emparejado en el Tootsies salía indefectiblemente soltero*) y me reafirmo en lo de capullo porque, por supuesto, aquel capullo no dio señales de vida. Mi gozo en un pozo. Por mí me hubiese quedado en aquella barra, bebiendo cerveza, hecho un Barfly en toda regla, hasta que por fin apareciese aquel capullo, pero no viajaba solo, maldita sea, y al día siguiente salía nuestro vuelo a Madrid desde Chicago. No me cuesta mucho imaginarme allí sentado (ya soltero), durante varios años, con aquel capullo sin dignarse a aparecer, por supuesto, hasta el día en que finalmente aquellas grabaciones vieron la luz tras ser mezcladas y remasterizadas por Ray Kennedy en 2007 (otro grande al que le debo dinero). Entonces cruzaría la calle, volvería a entrar en la tienda de Ernest Tubb y compraría el disco oficial. Ya no trabajaría allí el tipo que conocía al capullo que tenía el dichoso bootleg. Pero al llegar a casa oiría el disco y desde el primer acorde de la primera canción (Backwater Blues) tendría clarísimo que la espera había merecido la pena.

En 2009 saldría su secuela, el Trailer II. Otra puta obra maestra (más dinero a deber).

*Decir que no salí del Tootsies soltero, pero casi. Mi consorte y yo aún tardaríamos un par de meses en demolernos.

SOUTHCLIFFE

 

Una buena mañana, el colega STEPHEN MORTON, interpretado por SEAN HARRIS, se levanta, desayuna, se pone su traje de camuflaje, pilla su fusco, un montón de munición y mientras se da un paseo por su pueblo "North Kent Marshes" se dedica a liarse a tiros con toda la peña que se le cruza.

Ancianos, niños, señoras que se dirigen a la tienda a hacer la compra, colegas del pub... todos reciben su ración de plomo.

Con una narración no lineal, el primer episodio está narrado desde el punto de vista de STEPHEN, el segundo desde el punto de vista de las víctimas y hay que esperar al tercero y al cuarto para comprender el por qué de los hechos. TONY GRISONI, el creador de la miniserie SOUTHCLIFFE, producida por WARP FLIM para CHANNEL 4, nos sumerge en un mundo de tragedia, dolor, fango y cruda realidad que llega a alcanzar el nivelazo de la peli A LA CAZA de WILLIAM FRIEDKIN.

No en vano, TONY ha colaborado en el guión de la peli  "Miedo y asco en las Vegas", de TERRY GILLIAM, y ha adaptado la novela "Red Riding" de DAVID PEACE para la serie del mismo nombre que ya recomende en este Dirty blog.

Si te apetece un rollo duro de calidad con un toque setentero, ni lo dudes: SOUTHCLIFFE es tu cosa.

Recomiendo ver la serie con un chubasquero puesto y botas katiuskas, porque en la serie llueve, no, lo siguiente, y puede que salpique a través de la pantalla.

 

JAVI GARCÍA

A Southern Horror
(Izzy Is Dead Music, 2010)


Supongo que ocurrieron otras cosas y que habrá quien recuerde el año 2010 por sucesos de mayor enjundia, como lo del Mundial de Sudáfrica y el portero que besó a la reportera, lo de Zapatero al poder, la muerte de Antonio Ozores o las filtraciones de WikiLeaks. Pero he de confesar que en la culata de mi rifle solo hay una muesca memorable: 2010, el año del Tigre, Centenario de la Revolución Mexicana y Bicentenario de la Independencia de México (¡cabrones!), es el año en que el texano Javi García junta a los Cold Cold Ground en San Marcos, Texas, y con la complicidad de Mike McClure (de quien ya hablaremos en una próxima reseña), se autoproduce («con afecto») y graba (en apenas cinco días y solo con amplis de válvulas Fender vintage de los sesenta) el contundente A Southern Horror, un álbum doble que contiene el susodicho LP y el EP Madly in Anger. El temazo Lose Control dejaba a Ryan Bingham (el primero, el de Mescalito, palabras mayores) a la altura del betún y el As Wicked As You, en compañía de una efímera Southern Horror Bluegrass Band, sugería a Steve Earle que bien podía quedarse a vivir, si tanto le enrollaba, con los hipsters de Nueva York y de la HBO, que ya estaba él para ponerle remedio. Pero sería la contundencia de temas como el Voodoo Queen o el Flood (algo parecido a como sonaría el maestro Ray Wylie Hubbard con muchos más decibelios, más sangre en la voz y un punto de lo más garagero) lo que me volvería loquísimo (baladas criminales que hacían parecer a Nick Cave un autor de Disney). Tremendo bofetón en todo el careto. Puro y simple. 2010 fue esto.

THE KILLING, USA

 
 

"Solo los fuertes sobreviven", sugerente frase, pero en mi opinión los que sobreviven son los cabezotas.

Y eso parece haber pasado con THE KILLING. Una primera cancelación tras la segunda temporada y, después de negociaciones entre ACM y FOX TELEVISON STUDIOS, se consigue tirar para adelante una tercera. Nueva cancelación tras la tercera, y esta vez serán nuestros amigos de NETFLIX quienes se metan de por medio para cerrar THE KILLING con una cuarta temporada de 6 episodios a diferencia de los 12 que duraron las anteriores.

Bien para mí, pues siempre me ha encantado ver cómo se las apañan en la fría y húmeda ciudad de Seattle los detectives de homicidios SARAH LINDEN y STEPHEN HOLDER.

Oscura, trágica, dura y nostálgica, como la ha definido su creadora VEENA SUD, THE KILLING, basada en la serie Danesa FORBRYDELSEN, es eso y más.

Es una serie policíaca en la que los protas no van de guays, en la que las cosas no son blancas y negras como en muchas series de polis que nos llegan de los USA. Las cosas son grises y por culpa de la lluvia que no para de caer durante todos los capítulos, gris manchado de barro. 

Los puristas dirán que la buena es la Danesa y tienen todo el derecho del mundo.

Pero a mí me molan las dos.

¿Por qué coño hay que elegir entre tetas y culo si se puede disfrutar de las dos cosas?

 

JASON ISBELL

Something More Than Free
(Southeastern Records, 2015)


Estoy escuchando por enésima vez All Your Favorite Bands, el temazo que da título al último disco de los Dawes. Taylor Goldsmith canta: «Espero que la vida sin acompañante sea lo que pensaste que sería / espero que el El Camino de tu hermano nunca deje de funcionar / espero que el mundo vea a la misma persona que fuiste siempre para mí / y que ninguna de tus bandas favoritas se separe nunca». Y me he puesto a pensar en bandas. En bandas favoritas que se deshicieron (sin ir más lejos The Band). En muertes y deserciones. Y creo que es muy bonito eso que le desea Taylor Goldsmith a esa chica en el estribillo. Hay algo de juventud perdida y deLast Picture Show (como si todo ese asunto de las bandas perteneciese siempre a un remoto pasado y el presente fuese ya cosa de solistas, de trovadores solitarios). Claro que a veces es bueno que la cosa estalle y se disgregue (para no asistir a esa cosa tan geriátrica de los Rolling, por citar solo un horror…). Pienso ahora en los Drive-By Truckers. Para mí su época gloriosa comenzó con la incorporación de Jason Isbell durante la gira del álbum Southern Rock Opera, un álbum conceptual que, precisamente, narraba la historia de una banda ficticia llamada «Betamax Guillotine» que en realidad eran los Lynyrd Skynyrd camuflados (quienes, por cierto, siguen activos, y dan cosilla). La cosa va de bandas. Le seguiría el Decoration Day, el Dirty South (gloria bendita) y el Blessing and a Curse. Entonces fue cuando la banda sufrió una crisis porque Jason Isbell se fue de un modo «amistoso». FALSO: Patterson Hood (a la guitarra, la voz, el bajo, el banjo, la mandolina y el ego como un camión) le invitó a largarse. Y en realidad es lo mejor que le pudo haber pasado a Isbell. Porque gracias a esa ruptura comenzó su impresionante carrera en solitario (mientras los Drive-By Truckers se fueron volviendo cada vez más tediosos, más producimos y acompañamos a otros y más discos de B-Sides y rarezas porque ya no sonamos ni de lejos como sonábamos). Hay que decir que dos de los cinco discos que ha sacado Isbell en solitario son en compañía de los 400 Unit (banda formada con retazos de otras bandas como Sadler Vaden, de los Drivin’ N Crying, y Derry DeBorja, que militó en Son Volt, tremenda banda que surgió a su vez de la disolución de los Uncle Tupelo, de la que también surgiría Wilco). Something More Than Free, aunque no tan deslumbrante como el anterior (Southeastern), es una auténtica maravilla. Incluye una canción final que enlaza bastante con la canción de los Dawes con que iniciábamos esta reseña: To A Band That I Love, dedicada no a los Drive-By Truckers (que les den) sino a Centro-Matic, la banda tejana de Will Johnson que se disolvió el año pasado. El caso es que todo se rompe y a veces es bueno que así sea. Y para concluir pienso que quizá el estribillo de los Dawes podría leerse en clave cabrona, en clave resquemor, en clave «Espero que estés sola / espero que la mierda de coche que tenía tu hermano siga sacudiéndote los huesos en cada bache / espero que todo el mundo vea lo zorra que eres / y que ninguna de tus bandas favoritas se separe para, con un poco de suerte, poder ver un día cómo les revienta el corazón sobre el escenario».

NARCOS

 

NETFLIX es una peña que de verdad nos entiende a los pillados de las series. Como ya hicieran con HOUSE OF CARDS, con NARCOS han vuelto a tirar la casa por la ventana y han estrenado la serie de dos tacadas.

Cinco capítulos un día y al siguiente los otros cinco. ¡Bien por ellos!

Si digo la verdad, y no sé por qué no voy a hacerlo, me puse a ver el primer episodio de NARCOS con muchas ganas, y lo cierto es que me dejó un poco frío.

Mucha voz en off, poca empatía con los personajes...

Pero me dije: venga, dale una oportunidad y sigue con NARCOS, que también tiene algo.

En el cuarto capítulo ya estaba enganchado hasta las trancas.

La manera en que el director de la serie, JOSE PADILHA, ha filmado la historia de PABLO ESCOBAR y sus colegas, con los que formó EL CARTEL DE MEDELLÍN, se parece más a un documental ficcionado que a una serie propiamente dicha, y de ahí que al principio entre un poco dura.

Pero luego la cosa va.

Nada de que en Colombia la gente hable en inglés para satisfacer a la audiencia gringa, en cada país su idioma.

Los gringos con su inglés y los colombianos con su español, como tiene que ser.

NARCOS no nos va a descubrir nada nuevo a los que ya conocíamos la historia, ni nos va a sorprender o cautivar por la profundidad de los personajes, pero mola y está guay para pasar un buen rato y aceptar que las vacatas ya han terminado y hay que volver al curro.

Por eso la recomiendo.

 

STURGILL SIMPSON

Metamodern Sounds in Country Music
(High Top Mountain, 2014)


Se confirma. Estamos de enhorabuena. Waylon Jennings no ha muerto, tiene un dignísimo heredero (y no es su hijo Shooter, que anda más perdido que Harry Dean Staton al principio de París, Texas). Con su segundo álbum, en el que suma a la mezcla un poquito de Bakersfield, Sturgill Simpson no deja lugar a dudas. Majestuosa lección sobre cómo casar el tradicionalismo outlaw de los setenta con un sonido fresco y moderno, haciendo además gala de una mentalidad abierta (basta con escuchar lo que dice, entre otros, ha leído a Emerson, bueno, dejémoslo en que ha leído –o, mejor, en que sabe leer–, que a juzgar por lo que anda sonando por ahí fuera, ya es mucho decir…) y una autenticidad que queda, por fortuna, muy lejos de las fantochadas y el postureo del Nashville más casposo y hortera (en Just Let Go, Sturgill canta «Hoy me levanté y decidí matar a mi ego», algo que deberían aplicarse muchos de esos cantamañanas de camisa arremangada y pantalón prieto que se dedican a airear sus excrementos por el Country Music Channel, lo más parecido que yo conozco al puto Octavo Círculo del Infierno: hay una vieja broma que dice que si escuchas al revés esa bazofia country tu perro vuelve a casa, la mujer que te dio boleto regresa al hogar y tu camioneta vuelve a funcionar…, pero la verdad es que ni eso…). Podría pasarme horas oyendo en bucle Life of Sin(«puede que algunos encuentren intimidante el nivel de mi medicación»), el segundo corte de esta magna obra que es una de las mejores cosas que le han pasado al country en muuuuuuucho tiempo. El título es un homenaje a aquel fundamental disco de Ray Charles, Modern Sounds in Country and Western Music. El tipo viene de Jackson, Kentucky. Ahora vive en Nashville con su mujer, su perro y su hijo. Y dice que lleva sobrio desde los 28. El disco está dedicado a Francis Crick, Terence McKenna, Aldous Huxley, Carl Sagan, Stephen Hawking, Rick Strassman y Andrew Stone. Poca broma.

¿QUÉ FUE DE JORGE SANZ?

 
 

No suelo ver series españolas, entre otras cosas porque no soporto a los actores gritando, los malos guiones y los decorados con muebles de Ikea, que en España te los meten aunque la serie sea de época.

¿QUÉ FUE DE JORGE SANZ? es la oveja negra de las series de por aquí, y a los Dirty el negro nos mola.

La culpa de que le echara un vistazo fue de mi socio Lucini y aunque me sorprendió su recomendación me puse a ello.

El colega la clavó.

El dúo JORGE SANZ y DAVID TRUEBA se sale, secundados por el fiel escudero y representante de Jorge en la serie, EDUARDO ANTUÑA.

Producida por CANAL PLUS, seis capíulos de media hora de duración para ver las desventuras de un JORGE SANZ en horas bajas que se parodia a sí mismo con un par de huevos.

Humor ácido que nada tiene que envidiar a la serie gringa de LOUIE.

Lástima que se quedara en una sola temporada.

Es el único "pero" que le pongo a la serie: nos dejaron con ganas de más, de mucho más.

El otro día leí por ahí que se acaba de rodar un nuevo episodio, un especial de esos.

Todavía no le he hincado el diente pero ganas tengo de hacerlo.

Recomiendo quitarse los prejuicios, más que justificados, con el mundo de las series de por aquí y darle caña a ¿QUÉ FUE DE JORGE SANZ?

Los extras, además, no tienen desperdicio, los tres malhechores comentando la jugada de cómo fue el rodaje, viendo la serie desde el sofá de casa de uno de ellos, es cosa buena.

 

DYLAN STEWART

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Pay the Fiddler
(2012)


John Ringling, allá por 1913, decidió financiar la construcción de la Oklahoma, New Mexico & Pacific Railway, destinada a facilitar el transporte de los granjeros y los rancheros entre Ardmore y Lawton. A la ciudad que nació de aquella empresa, en el condado de Jefferson, le pusieron su nombre, Ringling, también ilustre fundador del famosísimo Circo de los Ringling Brothers (que luego se fusionaría con Barnum & Bailey, para formar lo que se llegaría a conocer como «el Mayor Espectáculo del Mundo»). Descubrieron petróleo en las cercanías y la ciudad vivió una época de gloria, pero los pozos no tardaron en secarse y enseguida resultó evidente que hacía demasiado frío para las bestias del circo. En la actualidad la ciudad apenas supera los mil habitantes. Hay seis iglesias metodistas. Y allí nació Dylan Stewart, hijo de un carpintero. 

Una vez dicho esto, permítanme invitarles a introducir «Ringling Oklahoma» en el buscador de imágenes de Google para que se hagan una idea de a qué suena todo esto. En efecto. Suena a circo que se ha ido. A solar vacío y a pueblo desolado. A amor, a pérdida, a muerte, a desesperación. Suena a música de gente que hace música en un lugar en que la gente suele acabar yéndose con la música a otra parte. Voz arenosa empapada en whisky. Este fue su primer álbum. Brutal. Digamos que acaba de marcharse el circo y son muy pocas las opciones que quedan para merodear con tu chica: el desguace, el basurero, el bar, el bosque, el cementerio. «[…] Y aquí estoy con Loretta, / es dos veces más rápida que yo, / nos perdemos en el bosque, / a darle al moonshine y a las anfetaminas […]».

Al año siguiente, Mike McClure, de los gloriosos Great Divide, le produciría su siguiente disco al frente de los Johnny Strangers. Ahora dicen que ha incorporado un toque gótico sureño en su tercer álbum con su nueva banda, los Eulogists. Está a punto de salir. Lo quiero y lo quiero ya. No puedo esperar.

ROMA

 

Entre la bacanal de familia, comida y bebida que suponen las Navidades, está también la orgía de regalos. 

Y fue este úlitmo apartado, el de los regalos, gracias al cual descubrí la serie de ROMA. 

Comerse la cabeza para agasajar a tu progenitor, al que llevas obsequiando con presentes navideños desde que tienes uso de razón, es tarea dura.

Mi padre es un pillado de la historia, sabe tal cantidad de nombres, datos y fechas que podría llenar con sus conocimientos más de un disco duro de dos terabytes.

Pipeando por ahí a ver si daba con algo, vi el Box-set de la serie de ROMA y no me lo pensé dos veces.

Dos temporadas, 22 episodios, producida por HBO y BBC TWO, los decorados construidos a tamaño natural en los Estudios CINECITTÁ, un rodaje de exteriores en más de 50 localizaciones en Italia, una de las producciones más caras de la televisión, no podía fallar.

Me puse mi Box-set bajo el brazo y pillé un tren de Barcelona a Toledo a pasar esas fechas tan señaladas con mi padre.

Tras la cena navideña y sin nada mejor que hacer que acoplarnos en el sillón, abrimos los regalos y decidimos ver el primer dvd de la serie.

A mi padre le encantó, pero el que realmente flipó fui yo.

La acción se desarrolla en la época en que Roma está haciendo la transición de República a Imperio.

Sexo, violencia, un montón de personajes cañeros, un montón de buenas historias, la peli de GLADIATOR es un cuento de moñas comparado con ROMA.

JOHN MILIUS, el guionista de APOCALYPSE NOW, está metido en el ajo y eso se nota, vaya que si se nota.

Quitaros los prejuicios históricos y lanzaros de cabeza a ROMA. 

Si me hacéis caso seguro que nunca olvidaréis los nombres de los soldados romanos que se parten el pecho en la guerra y en sus vidas personales a lo largo de la serie:

 LUCIUS VORENUS y TITUS PULLO

Buena gente.

 

Gill Landry

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The Ballad of Lawless Soirez
(Nettwerk, 2007) 

Antes de los Old Crow Medicine Show subsistieron los Kitchen Syncopators, excrecencia de lo que en su día fue un show de vaudeville llamado The Songsters con el que Gill Landry estuvo muriéndose de hambre por las ferias de Oregon hasta desarticularse y reinventarse en las calles de Nueva Orleáns. Mucho después le preguntarían si volvería a editar los discos que grabó al frente de los Syncopators (seis años de bourbon, «resonator», sierra y tabla de planchar). Dijo que no. Los Syncopators existieron en un tiempo en que las cosas podían morir. Y así las cosas eran mejores. Entonces llegamos al Mardi Gras del año 2000. Las dos bandas se encuentran en Treme. Crows y Syncopators. Como los Wanderers vs. los Ducky Boys. Las mismas canciones. Los mismos estilos. El mismo territorio. New Orleans country blues y ragtime vibe. Luego resulta que Critter, cofundador de los Crow, va a dejar temporalmente el Show de la Medicina del Viejo Cuervo para desinfectarse del «Cocaine Blues», por lo que la banda necesita a alguien que le reemplace. Le preguntan a Gill si sabe tocar el banjo. Gill dice que sí. Pero no. Así que, Corte a: Interior, Folkstore de Seattle, día. Gill Landry entra en la tienda, se compra un banjo y le pide al dueño que le dé una lección en cinco minutos. Corte a: interior, salón de una casa de cualquiera que le acoja (un poco Blanche DuBois en Un tranvía llamado Deseo: «siempre he dependido de la bondad de los extraños»), día y noche. Gill ensaya como un loco durante dos semanas (plano encadenado, cada vez más botellas vacías y ceniceros desbordados). Y por fin Nashville (al cruzar el río Cumberland, Gill pregunta: «¿Qué es ese mal olor?» y alguien le responde: «Nuevo country», vamos: el vomitivo «Nashville sound»), la cálida bienvenida de los Old Crow y la mágica acústica del Grand Ole Opry. Cuando vuelve Critter limpio a recuperar su puesto y, aunque seguirá colaborando en todos sus discos, Gill no sabe qué hacer con su vida, así que rescata viejas canciones, manda unas demos a Nettwerk Records y graba su primer álbum en solitario (ya lleva tres): The Ballad of Lawless Soirez. Nueva Orleáns, trompetas, chicas que aman México pero a ti ya no, mala suerte, noveluchas de 25 centavos, blues, jazz, trenes que se cogen como enfermedades, novela negra, violín, borrachera y un ambiente Southern Gothic como de Tennessee Williams. Flores para los muertos. FM*.

 *FM. En este caso: Fuckin' Masterpiece.  Puta Obra Maestra. Y punto.

HOUSE OF CARDS, USA

 

¿Realmente las intrigas y los vericuetos del poder son tan cañeros y disparatados como nos los presentan en HOUSE OF CARDS, USA?

Pues parece que sí.

El creador de HOUSE OF CARDS, adaptación de la serie británica del mismo nombre producida por la BBC en el año de la polka, BEAU WILLIMON, antes de meterse en el negocio de la televisión, trabajó en las campañas para el senado de CHARLES SCHUMER y HILLARY CLINTON, en las presidenciales de BILL BRADLEY y HOWARD DEAN e incluso en el ministerio del interior del gobierno de Estonia.

Ahí es ná el colega BEAU.

Tres temporadas de trece episodios hasta la fecha, producidas por MEDIA RIGHTS CAPITAL y TRIGGER STREET PRODUCTIONS y distribuida por NETFLIX con la genial idea de lanzar todos los episodios de cada temporada el mismo día, cosa que los pillados de las series les agradecemos profundamente.

Por si hay algún colgado que no sepa lo que es NETFLIX, esta peña son el mayor video club online del mundo que, desde los USA, lleva ya operando en gran parte del globo terráqueo desde hace ya un montón de tiempo y que se supone que en octubre llegará a España.

Ya sabemos que en España las cosas de palacio van despacio.

KEVIN SPACEY, el malo malísimo de "Seven", como FRANK UNDERWOOD, y en el papel de su mujer CLAIRE UNDERWOOD, ROBIN WRIGTH, la guapa princesa de "La Princesa Prometida" a la que sus fans le agradecemos enormemente que no haya caído en la tentación de quitarse las lógicas arrugas de la edad a base de hincharse la cara de botox entrando a formar parte del ejército de mujeres que tiene cara de pato. ROBIN sigue cañón a sus 49.

En fin, juntos, FRANK y CLAIRE UNDERWOOD son como ATILA y su CABALLO arrasándolo todo dentro de la política gringa hasta lograr su objetivo que es llegar a lo más alto del poder, eso es LA CASA BLANCA.

¿Lo conseguirán? Bueno, para saber eso hay que ver la serie.

Manipulación de poder a tope que seguro que en un tono más casposo se podría trasladar a nuestro país.

Ya hay firmada cuarta temporada para el 2016. ¡Bien!

 

CURTIS HARVEY

Box Of Stones
(Fatcat Records, 2009)

Primero fueron las calles de Brooklyn con aquella banda de «slowcore»* llamada Rex, allá por el año 94, luego vendría esa cosa tan suburbial y tan de culto que duraría solo dos discos, los «alternative indie folk»** Pullman de Chicago, seguida de esa otra cosa más enérgica, más californiana, la no menos efímera banda de «progressive hardcore/noise rock»*** que fue Loftus, todo muy cansino, ya ven, hasta que Curtis decidió formar un trío de urgencia, perecedero, solo para grabar su despojada versión del «Changes» de Black Sabbath en plan «neotradicionalista»****, y dar a continuación el siguiente paso lógico en su involución personal que fue mandar todo a tomar por culo y encerrarse en su casa para perpetrar lo que vendría a ser su primer álbum en solitario (y lo de solitario va completamente en serio: sin ayuda de nadie, a una sola toma, haciendo agujeros en las paredes para llevar el cableado hasta el sótano y tocando todos los instrumentos: botes, lápices y sartenes incluidas), este glorioso Box of Stones. ¿Etiquetas? «Canciones solitarias a la luz de la lumbre, junto al carromato, con coyotes aullando en los cerros, viento entre las ramas y pocas, muy escasas, posibilidades de recuperar a tu chica que apostó por aquel otro vendedor de ungüentos mágicos aún menos fiables que los tuyos», o si lo prefieren «blues oscuro de carnaval». Música de sótano. Y whisky.

*Aquí me ven, reuniendo material para una tesis sobre la soberana soplapollez de las etiquetas: «slowcore», a veces también denominado «sadcore», y disculpen por ese ruido molesto que quizá en este momento les esté perturbando la lectura: soy yo, descojonándome.

**Ídem.

***Ídem de Ídem.

****RequeteÍdem.

PENNY DREADFUL

 

¿Se pueden mezclar en una serie personajes como el DORIAN GRAY de Oscar Wilde con los VAMPIROS de Bram Stoker o con el DOCTOR FRANKENSTEIN de Mary Shelley y no hacer una mamarrachada?

Se puede, y prueba de ello es PENNY DREADFUL.

Pero como decía SUPER RATÓN: "No se vayan todavía que aún hay más".

El Hombre Lobo, Los asesinatos del Museo de Cera, la policía de Scotland Yard, la agencia Pinkerton de detectives cowboys...

En PENNY DREADFUL todo entra y funciona.

Producida por SHOWTIME y la cadena SKY, con dos temporadas de 9 episodios y rodada en Dublín, aunque ambientada en Londres (rodar en Londres salía mas caro que un hijo tonto), ya se esta preparando la tercera temporada. Me congratulo.

Los que solo habéis visto la primera temporada y luego habéis pensado: "Sí, no esta mal, pero tampoco es para tirar cohetes, ya veré la segunda cuando tenga tiempo", os equivocáis. 

La primera temporada está guay, pero la que se sale es la segunda.

Más oscuridad, más horror, más drama y más centrada en el personaje de VANESSA IVES, interpretado por EVA GREEN.

La chica en esta segunda temporada lo pasa muy chungo y se come mucho la cabeza entre el rollo del bien y el mal, y el resultado es una siniestra gozada.

El título de la serie, PENNY DREADFUL, viene de las publicaciones sensacionalistas impresas en papel barato que se hicieron muy populares en la Inglaterra del siglo XIX, vamos, lo que viene a ser el CUORE hoy en día.

Así que, ¿qué mejor serie para entretenerse este veranito?

 

HANK WILLIAMS III

Ramblin’ Man
(Curb Records, 2014)

Andaba Hank III liándola tan campante a cargo del bajo de los Superjoint Ritual, junto a Phil Anselmo (vocalista de Pantera), cuando se puso a vender aquellas camisetas en las que podía leerse «Fuck Curb». A finales de los noventa Hank había firmado con Curb Records un contrato para seis discos, más que nada para hacer frente al pleito por la custodia de su hijo y porque el juez le sugirió/obligó a buscarse «un trabajo de verdad». Así que no le quedó otra que vender su alma al diablo con el Risin’ Outlaw de 1999, álbum que el propio Hank, cada vez que tiene oportunidad, califica de «puto dolor de cabeza» (un año antes de que Curb firmase con Tim McGraw; dato de mierda que apuntamos para subrayar de manera clara y escueta que Curb, básicamente, es eso: un sello de mierda). El caso es que como todo buen sello de mierda (y este lo es, y mucho, aunque a veces se las quiera dar de diferente y «alternativo»), cuando ya Hank se liberó tras mil pullas humillantes (como lo de aquella versión edulcorada del Straight To Hell –que en un principio debería haberse titulado Thrown out of the Bar– para los buenos ciudadanos que compran en Wal-Mart), de su condena de seis discos en Curb sin posibilidad de condicional, el susodicho sello de mierda (en el que también milita su inaguantable papá Hank Jr.) ha seguido sacando material de desguace del artista. Este es el tercero de esa serie (de la que Hank, por cierto, no cobra un solo dólar). Ocho canciones y apenas veintiséis minutos a precio de oro. Hay versiones de Johnny Paycheck, Merle Haggard, Peter LaFarge y ZZ Top. Casi todas aparecidas ya en discos tributo. Aunque son temazos, se trata de un álbum caótico y absurdo. Y a mí, que soy un puto ansioso, los cabrones del sello de mierda me la colaron, una vez más. Y luego la industria tiene los santos cojonazos de quejarse de lo mal que va el negocio. De haberlo sabido, habría hecho caso al bueno de Hank: «No lo compréis, conseguidlo de cualquier otra forma, pirateadlo como si no hubiese Dios y regaládselo a todo quisqui». Pues eso. «Fuck Curb» y a tostar.